El Consejo de Seguridad iniciará
ahora el examen del tema que figura en el orden del día.
Formularé ahora una declaración en mi carácter de
representante de la Argentina.
Deseo, en primer lugar, agradecer a todos los
miembros del Consejo por haber acompañado esta ini‑
ciativa de la Presidencia de convocar a una reunión de
recapitulación.
Es cierto que esperamos mayor participación de la
membresía, tal como lo marca mi querido amigo, el Em‑
bajador de la Federación de Rusia, pero también es cier‑
to que este Consejo, a través de sus métodos de trabajo,
debe proporcionar y generar mayor interés, credibilidad y
deseo de la membresía ampliada para participar.
Al prepararnos para asumir la Presidencia del Con‑
sejo en el mes de octubre, nos propusimos no sobrecargar
el programa con actividades allende las dispuestas por
previas decisiones del Consejo o la práctica. A pesar de
nuestra autocontención, hemos tenido un mes muy ocu‑
pado con 3 debates abiertos, 12 sesiones informativas
públicas, 1 reunión privada y 15 consultas informales;
además de la aprobación de 3 resoluciones, del informe
anual del Consejo de Seguridad a la Asamblea General,
de 1 declaración de la Presidencia y de 14 comunicados
de prensa, 5 de los cuales en un solo día.
Los 3 debates abiertos: el 21 de octubre sobre el
Oriente Medio, incluida la cuestión de Palestina (véa‑
se S/PV.7281); el 23, sobre los métodos de trabajo del
Consejo de Seguridad (véase S/PV.7285); y el 28, sobre
las mujeres y la paz y la seguridad (véase S/PV.7289), en
su diversidad, tuvieron por lo menos dos elementos en co‑
mún. El primero —y en esto sí es reconocer— el alto nú‑
mero de Estados no miembros del Consejo que participa‑
ron en cada uno de los tres debates y el grado de atención
que generaron, lo que revela la importancia que la comu‑
nidad internacional atribuye a estos temas. El segundo es
el consenso que se reveló entre los miembros de la comu‑
nidad internacional, si no necesariamente entre los miem‑
bros del Consejo, respecto de las siguientes cuestiones.
La primera es que el Consejo de Seguridad debe ju‑
gar un rol activo y positivo en la solución de la cuestión
de Palestina, acompañando las iniciativas concretas ten‑
dientes a hacer realidad la solución de dos Estados, en
cuanto es la única susceptible de poner fin definitiva‑
mente a un conflicto que ha durado demasiado tiempo y
ha costado demasiadas vidas.
La segunda es que la Corte Penal Internacional
contribuye positivamente al logro del objetivo compar‑
tido de poner fin a la impunidad por crímenes graves del
derecho internacional, y que el Consejo de Seguridad
debe hacer un seguimiento responsable de las remisio‑
nes que realiza a dicho tribunal.
La tercera es que las garantías del debido proceso
no solo constituyen un derecho humano de las perso‑
nas incluidas en una lista de sanciones del Consejo de
Seguridad, sino que contribuyen a la efectividad de los
regímenes de sanciones al hacerlos menos vulnerables
a impugnaciones por parte de tribunales domésticos o
internacionales.
La cuarta es que, aunque los avances alcanzados
en términos de transparencia, de más diálogo y de una
mayor eficiencia del trabajo del Consejo sean importan‑
tes, es preciso asumir que las expectativas de la comuni‑
dad internacional están puestas en que este Consejo siga
trabajando por una mayor democratización en los proce‑
sos de toma de decisiones, más interactividad sustantiva
con el conjunto de la membresía y más transparencia.
La quinta es que es importante prestar atención a las
necesidades y capacidades específicas y multidimensio‑
nales de las mujeres y las niñas refugiadas e internamen‑
te desplazadas, fortaleciendo la perspectiva de género y
un enfoque de derechos humanos de las mujeres en el
diseño, la implementación y el monitoreo de las políticas
destinadas a las mujeres y las niñas refugiadas y despla‑
zadas; implementar y trasladar los compromisos asumi‑
dos en la resolución 1325 (2000) y subsiguientes en resul‑
tados concretos e integrar esta temática en los objetivos
de desarrollo para después de 2015 y en el examen del sis‑
tema de sanciones, de las operaciones de mantenimiento
de la paz y de la Declaración y Plataforma de Acción de
Beijing, que tendrán lugar el próximo año.
Muchas otras situaciones ocuparon nuestra aten‑
ción durante octubre: Siria en sus tres dimensiones, es
decir, las armas químicas, la situación humanitaria y el
proceso político; Malí; Somalia; el Yemen; el Líbano; la
Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Se‑
paración; Sudán del Sur; Ucrania; la República Demo‑
crática del Congo; el Sáhara Occidental y nuevamente
el conflicto israelo-palestino. Recibimos dos informes
relacionados con las sanciones a Somalia y Eritrea, y
sobre Côte d’Ivoire. También celebramos reuniones con
los comandantes de las operaciones de mantenimiento
de la paz de la Organización, sobre el Ébola y con el
Presidente de la Corte Internacional de Justicia.
El Consejo también renovó el mandato de la Fuer‑
za Provisional de Seguridad de las Naciones Unidas
para Abyei, de la Misión de la Unión Africana en So‑
malia —incluidos el mandato del Grupo de Supervisión
y el levantamiento parcial del embargo de armas— y de
la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en
Haití. Esta última es la única operación de paz de las
Naciones Unidas en un país de la región de América
Latina y el Caribe, Haití, cuya estabilización para la Ar‑
gentina tiene la mayor prioridad.
Frente a la imposibilidad de referirme a todas estas
cuestiones, quisiera hacer una reflexión relacionada con
los métodos de trabajo del Consejo de Seguridad. Duran‑
te octubre, el Consejo aprobó la resolución 2180 (2014),
sobre Haití, con cuatro explicaciones de voto, y la reso‑
lución 2182 (2014), sobre Somalia, con dos abstenciones
y seis explicaciones de voto, y en ambas ocasiones sin te‑
ner debidamente en cuenta la opinión y las preocupacio‑
nes de los países de las respectivas regiones. Considero
que estos no son buenos precedentes, y que ciertamente
no responden al compromiso del Consejo de respetar el
liderazgo regional, manifestado en numerosas resolucio‑
nes y declaraciones de la Presidencia sobre la coopera‑
ción con las organizaciones regionales y subregionales.
Finalmente, frente a la situación planteada por el
reciente brote del Ébola, que si no se controla podría
comprometer los avances logrados con mucho esfuer‑
zo a favor de la consolidación de la paz en África Oc‑
cidental, creo que sería importante que aprendamos
todos, especialmente quienes integramos el Consejo,
a trabajar coordinadamente hacia la búsqueda de una
solución comprensiva y en articulación con los otros
órganos de las Naciones Unidas. Esto también supone
que este Consejo no avance sobre las competencias de
otros órganos del sistema que tienen la responsabilidad
primaria y además disponen de las herramientas ade‑
cuadas para hacer frente más efectivamente a una crisis
que es primariamente una crisis sanitaria y social. Ello
no implica que el Consejo resigne sus propias respon‑
sabilidades en relación con el posible impacto que esta
dramática epidemia pueda tener sobre las condiciones
de seguridad en la región afectada. Sabemos que inno‑
var no siempre es un mérito. Sin embargo, la Argentina
cree que se perdió una valiosa oportunidad al no haber
podido concretar una reunión conjunta entre la Asam‑
blea General y el Consejo de Seguridad sobre este tema.
Por ser esta la última sesión de la Presidencia ar‑
gentina del Consejo, deseo agradecer a todos los colegas
muy sinceramente su acompañamiento y apoyo, sin los
cuales el trabajo de la Presidencia no habría sido posi‑
ble. También quisiera desearle a Australia el mayor de
los éxitos en su gestión, en la que podrá contar con todo
el apoyo de la Argentina.
Vuelvo a asumir la función de Presidenta del Consejo.
Daré ahora la palabra a los miembros del Consejo
de Seguridad.