En primer lugar, deseo
dar la gracias al Subsecretario General de Derechos Hu‑
manos, Sr. Iván Šimonović, por su exposición informativa
sobre la situación de los derechos humanos en Ucrania.
El continuo deterioro de la situación de seguridad
y de los derechos humanos en el este de Ucrania sigue
siendo muy preocupante. Las acciones de grupos arma‑
dos, el incremento en el número de personas armadas
y de armas —que incluyen armas pesadas—, los actos
unilaterales, la intensificación de los enfrentamientos
y las violaciones a los derechos humanos que parecen
extenderse continúan alimentando la espiral de vio‑
lencia con el riesgo de deteriorar aún más la situación
humanitaria. El saldo en vidas humanas aumenta con
cada enfrentamiento violento y resulta extremadamente
preocupante la situación de los civiles que se encuen‑
tran aún en las zonas donde tienen lugar los enfrenta‑
mientos. La muerte de 298 personas como consecuen‑
cia de la caída del vuelo MH-17 de Malaysia Airlines el
17 de julio pasado podría constituir un crimen de gue‑
rra, como el Subsecretario Šimonović viene de indicar.
Recordamos que en la resolución 2166 (2014) el Consejo
de Seguridad exigió que los responsables rindan cuenta
de sus actos.
Las violaciones a los derechos humanos que refleja
el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos durante el
período informado son muy preocupantes. Los casos de
secuestro, detención ilegal, tortura, asesinato, ejecucio‑
nes, extorsiones y destrucción de la propiedad resultan
injustificables. A pesar de los reiterados llamados reali‑
zados por la comunidad internacional a que se tomen to‑
das las medidas necesarias para la prevención y protec‑
ción efectivas de los derechos humanos —incluidos los
derechos económicos, sociales y políticos— y a asegu‑
rar su pleno goce por parte de todos los ucranianos, sin
importar su etnicidad, idioma, grupo cultural, religión y
el lugar del país en que se encuentren, las violaciones a
los derechos humanos parecen haberse transformado en
una constante. Estas violaciones deben ser investigadas
en profundidad y sus responsables llevados a la justicia.
Los riesgos que se corren son muy altos y las po‑
sibilidades de encontrar un camino de salida pacífico
a la crisis se ven seriamente condicionadas. A mayor
tiempo transcurrido, las heridas serán más profundas y
la reconciliación necesaria para una paz duradera será
más difícil.
Habiendo abordado en la pasada sesión del Con‑
sejo la situación humanitaria (véase S/PV.7234), no re‑
petiré lo dicho entonces sobre Ucrania y solamente nos
limitaremos a reiterar el urgente llamado a observar
estrictamente las obligaciones en lo que respecta a la
protección de civiles en las regiones afectadas por la
violencia. Como se señala en el informe de la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, todos los involucrados en las hos‑
tilidades deben actuar en cumplimiento de los princi‑
pios de distinción, proporcionalidad y precaución. Asi‑
mismo, subrayamos la necesidad tanto de asegurar las
condiciones para que los civiles puedan dejar las áreas
afectadas por los enfrentamientos entre las fuerzas ucra‑
nianas y los grupos armados como de tomar todas las
medidas apropiadas para que las urgentes necesidades
de los desplazados sean atendidas y para asegurar que la
ayuda llegue a quienes la necesitan, incluso en las zonas
fuera del control gubernamental.
Para concluir, desde que este Consejo comenzara
a tratar la situación en Ucrania, hemos sido casi única‑
mente testigos de su continuo y pronunciado deterioro.
Este Consejo, atravesado por profundas divisiones res‑
pecto a la cuestión, no ha sido capaz de contribuir de
manera decisiva a alcanzar una solución política y di‑
plomática a la crisis. Por otra parte, los esfuerzos lleva‑
dos adelante por el Secretario General, la Organización
para la Seguridad y la Cooperación en Europa y otros
actores no han dado los frutos esperados.
La Argentina está convencida de que el Consejo de
Seguridad debe asumir las responsabilidades que le asig‑
na la Carta y facilitar una solución política y diplomática
a la muy preocupante situación que atraviesa Ucrania,
pero solo a través de una diplomacia ejercida de manera
constructiva por parte de los actores con mayor influen‑
cia, evitando toda retórica de confrontación, los actos
unilaterales de toda clase y cualquier intervención en los
asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados,
sea militar, política o económicamente, y trabajando en
pos de calmar la situación, a la vez que se ejerce el máxi‑
mo autocontrol, se podrán crear las condiciones para que
el urgente proceso de diálogo pueda entablarse.
Insistimos en la necesidad de redoblar los esfuer‑
zos en tal sentido y para ello resulta esencial que todos
los actores demuestren voluntad política y la convicción
de que el único camino aceptable es el diálogo y que
el recurso a la violencia no constituye una alternativa.
Las declaraciones de Ginebra y Berlín siguen sirvien‑
do como una hoja de ruta para avanzar en un proceso
de diálogo nacional que fomente la confianza entre las
distintas comunidades y dé seguridad a todos los ucra‑
nianos de toda Ucrania de que sus principales preocupa‑
ciones serán atendidas.