Discurso: Aportes del Secretario de cultura de la Argentina, Jorge Coscia, al debate temático “Cultura y desarrollo”, presentado por la directora Nacional de Política Cultural y Cooperación Internacional, Mónica Guariglio, en la Asamblea General de Naciones Unidas.
En los años que llevo como secretario de Cultura de la Nación Argentina, he podido comprobar cabalmente algo que siempre sostuve, no por intuición, sino por absoluta confianza en la fuerza emancipatoria de la cultura. Nuestros esfuerzos de gobierno se han volcado a desarraigar la idea de la cultura en tanto objeto de adoración de las elites, para sostener que nuestra cultura, como marca de identidad, es el camino para manifestar quiénes somos y quiénes queremos ser. En este sentido, reconocemos la centralidad del Estado en el diseño e impulso políticas específicas para un área sensible en la vida de los pueblos y comunidades.
Una política proactiva en cultura no solo expande el goce estético de una sociedad. Por el contrario, la voluntad de instalar una definición de cultura más amplia en sus alcances y responsabilidades se asocia a la necesidad de incluir socialmente y de integrar culturalmente el país y la región, afianzando valores igualitarios, federalizando las políticas culturales, multiplicando las experiencias en el ámbito nacional y continental.
En un país tan vasto como la Argentina, cuya identidad es compleja y diversa, hemos puesto en un plano de igualdad las particularidades locales y regionales, entendiendo que toda manifestación merece ser apoyada desde el Estado. Esto solo podía darse de la mano de un gobierno que pusiera en la proa del barco un modelo de desarrollo económico con inclusión social. Educación, vivienda, trabajo, salud, y cultura, para completar el ciclo de la vida.
Para nuestro gobierno la cultura es un derecho humano universal, y por eso, hemos trabajado en estos años para ampliar los derechos culturales de todos los argentinos, redistribuyendo los bienes e incrementando las posibilidades de acceso a las prácticas, al disfrute y a la producción de cultura. En esa línea una de las acciones más significativas e innovadoras es la construcción de la Casa del Bicentenario en la Villa 21 del barrio de Barracas, en plena Ciudad de Buenos Aires. Es esta una iniciativa inédita en materia de presencia estatal en asentamientos y villas de emergencias. En un galpón de 13.050 metros cuadrados, que, una vez refuncionalizado, habilitará salas de exposición, espacios para talleres y cursos, exhibiciones de películas y, además, una colección de arte contemporáneo de la que participan más de cuarenta artistas argentinos de renombre, este emprendimiento impactará positivamente en la poblacion local integrada por más de 45.000 personas, donde jóvenes y adultos tendrán acceso a un espacio cultural e interactivo dentro del barrio. Ámbitos de este tipo son expresión nuestra defensa del acceso a la cultura como derecho humano universal.
Otra de las acciones emblemáticas que buscan profundizar el proceso de inclusión social a través de la cultura es Puntos de Cultura, un programa que replica la experiencia desarrollada por el Ministerio de Cultura del Brasil. Puntos de Cultura es una red de iniciativas distribuidas a lo largo y a lo ancho de la Argentina. Representa el trabajo mancomunado de organizaciones sociales, comunidades indígenas y el Estado nacional, que apoya económicamente proyectos que potencien la creatividad, la participación ciudadana, la identidad local y el desarrollo regional. Los 250 Puntos de Cultura que nuclea este programa parten de la premisa de tender la mano a las iniciativas ya existentes, darles la oportunidad de echar raíces y lograr que se genere una conciencia de pertenencia.
La infraestructura cultural es también uno de los ejes centrales de nuestros esfuerzos. Creemos que es indispensable potenciar los espacios destinados a la cultura para ampliar, al mismo tiempo, la expreción simbólica de un pueblo, tan esencial como la salud y la educación. En el período que va de 2003 a 2013, se ha registrado un récord histórico en materia de construcción de metros cuadrados para la cultura. No solo se trató de poner en valor museos y espacios preexistentes, sino de crear nuevos ámbitos culturales allí donde no las había. De este modo, además de la Casa del Bicentenario Villa 21, ya se encuentran en funcionamiento otras 50 Casas del Bicentenario: se trata de espacios de socialización y de exhibición de la cultura, dotados de la tecnología y el acondicionamiento necesarios para su óptimo disfrute, distribuidos en ciudades medianas y pequeñas de 18 de las 24 provincias que integran la Argentina. A ellas se suma otro grupo de 150 Casas, que se encuentran en proceso de construcción.
La Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación Argentina implementa un ambicioso plan de puesta en valor de sus museos nacionales. De este modo, quince espacios ubicados en cinco provincias fueron remodelados o refuncionalizados por un total de 45.000.000 de pesos argentinos.
En la última década, 10 millones de argentinos disfrutaron del patrimonio artístico colectivo reunido en los 26 museos nacionales, y 7668 nuevas piezas se incorporaron a las colecciones de estas instituciones.
Abriendo las puertas de los museos de par en par, construyendo cultura allí donde no la había: uno de nuestros mayores anhelos es lograr, de una vez y para siempre, que la Argentina sea un país hermanado, donde todas y todos podamos acceder a los bienes culturales y tengamos la posibilidad de canalizar nuestra creatividad, vivamos donde vivamos. Las acciones que hemos encarado en infraestructura cultural y patrimonio nos han acercado como nunca antes a este sueño.
Como parte de una serie de acciones que buscan el desarrollo pleno de los 40 millones de argentinos, también es importante destacar aquellas realizadas con los esfuerzos conjuntos de diversos organismos del Estado. La articulación de políticas públicas no puede más que enorgullecernos: cuando el Estado trabaja de modo transversal, optimizando sus recursos, ampliando sus capacidades, garantiza mejoras en la vida de los pueblos. De este modo, la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, la seguridad y la cultura se han unido, a través de las correspondientes secretarías y ministerios, para diseñar acciones de gobierno que permitan ampliar derechos y redistribuir oportunidades.
Uno de los ejemplos más sobresalientes de la dinámica de trabajo transversal es el Plan Nacional Igualdad Cultural, que impulsan el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, y la Secretaría de Cultura, con una inversión inédita para la cultura argentina: más de 952.000.000 de pesos argentinos).
Articulando la infraestructura tecnológica desarrollada en todo el país con las políticas culturales en marcha, este megaplan se propone ampliar el acceso a la producción y el disfrute de los bienes culturales, así como también clausurar la brecha tecnológica. Son cuatro los ejes de acción que comprende Igualdad Cultural: infraestructura cultural; innovación en las artes y las industrias culturales; administración del Centro Cultural Bicentenario; y Red Federal de Cultura Digital, una innovadora plataforma que transmite, en tiempo real y a las 24 provincias argentinas, espectáculos de teatro, música y danza; y también los registra, con el objetivo de generar un banco de actividades culturales.
A través de Igualdad Cultural, además, se lanzaron concursos para fomentar la producción y apoyar la intervención de artistas y gestores culturales en seminarios y capacitaciones, de los que participaron más de 11.000 personas, de todas las provincias del país. Gracias a estos certámenes, circularán nuevas obras de teatro nuevos libros, nuevas piezas artísticas; y grupos de música y de danza podrán acceder, por primera vez, a presentarse en público.
Como no podía ser de otra manera, este plan que vincula cultura y tecnología es posible en el contexto abierto por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, una norma de vanguardia sancionada en 2009, con el firme objetivo de democratizar la comunicación, entendida como derecho humano universal, ampliando los canales y las voces, permitiendo que nuevos grupos puedan hacer uso de los medios disponibles.
Siempre sostengo que el único bien que un país no puede importar es su propia cultura. De ahí que sea necesario poner en práctica acciones que tiendan a fomentar la producción y el consumo. Protagonistas de la vida cultural argentina, las industrias culturales tienen un lugar central en las políticas del gobierno. Lugar que se han ganado gracias a sus notables aportes económicos y a su capacidad intrínseca de traducir la identidad de un pueblo. En 2012, la producción cultural aportó el 3,8 % del PBI nacional (el máximo histórico alcanzado). Las industrias culturales producen, aproximadamente, 56.000 millones de dólares anuales: 20 veces más que la pesca y 3 veces más que la minería. Asimismo, generan 200.000 puestos de trabajo directos y otros 200.000 indirectos, lo que representa el 2 % del total del empleo formal registrado. En los últimos años, las exportaciones culturales argentinas rondaron los 500 millones de dólares, destacándose en particular los servicios audiovisuales, con especial relevancia aquellos vinculados a la televisión. El sector editorial, de gran envergadura en el país, crece de manera constante, arrojando en 2012 la cifra de 27.660 títulos y 97 millones de ejemplares, récord de producción de libros en toda la historia argentina. También en la última década, se estrenaron 906 películas nacionales y se destinaron más de 200.000.000 millones de pesos argentinos a producir filmes y modernizar las salas de cine de todo el país.
Estos son solo algunos indicadores económicos que permiten dimensionar el dinamismo de una industria cada vez más pujante.
La prioridad, vale recordar, es incrementar la presencia del Estado en el fomento de la producción cultural, para que la Argentina albergue, cada vez más, ciudadanos y protagonistas, y no meros consumidores o espectadores de propuestas culturales. En este sentido, una de las acciones emblemáticas de cara a una industria cada vez más competitiva es el Mercado de Industrias Culturales Argentinas, que, en dos ediciones, ha brindado un espacio de exhibición y negociación, con criterio federal e internacional, para seis sectores productivos (audiovisual, diseño, editorial, música, artes escénicas y videojuegos).
En 2014, en tanto, será el turno del Mercado de Industrias Culturales del Sur, cuya primera edición se realizará en la ciudad de Mar del Plata, en la Argentina, del 15 al 18 de mayo. Participarán de esta iniciativa inédita diez naciones: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El MICSUR será un eslabón más del proceso de integración regional y cultural que experimentan los países de la región en la última década y que ha generado, en millones de compatriotas latinoamericanos, la esperanza de una Patria Grande libre, soberana y dueña de su propio destino.
Decía, hace minutos, que el único bien que un país no puede importar es su propia cultura. En este punto, asumiendo la responsabilidad de proteger la pervivencia de las manifestaciones propias, arraigadas en nuestra identidad, la Argentina mantiene una postura muy clara, compartida con algunos otros países del mundo, como Francia y Brasil. Se trata del concepto de excepción cultural, que tanta polémica ha generado en los últimos tiempos.
Como muchos de ustedes saben, la excepción cultural consiste en diferenciar los bienes producidos por las industrias culturales de otros bienes industriales. Es decir, no es lo mismo una heladera, una película, un libro y un lavarropas. La excepción cultural que defiende la Argentina plantea que ni los libros ni el cine, ni la música pueden ser sometidos a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, ya que la cultura ocupa un lugar especial en la identidad y en la vida de los pueblos. Y es este lugar central de la cultura el que debe ser resguardado y sostenido por los Estados. Compartiendo estas políticas, trabajando solidariamente en la difusión recíproca de la cultura, los países que mantenemos esta postura, descalificada como “proteccionista”, podremos asegurar para nuestros pueblos la diversidad y la variedad que el libre mercado amenaza con destruir.
Para finalizar, me gustaría retomar en esta oportunidad un concepto de la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que resume el círculo virtuoso entre cultura y desarrollo humano. En sus discursos, la presidenta insiste en que, en la Argentina, no asistimos a la concreción de un modelo económico, sino de un proyecto político con metas económicas que permiten habilitar los verdaderos objetivos, que son los sociales y los culturales. En este sentido, como sostiene la presidenta, el proyecto que gobierna la Argentina desde 2003 corresponde a un nuevo paradigma cultural: aquel que sostiene que la Argentina es un país para cuarenta millones de compatriotas, aquel que ha puesto en la agenda palabras como “inclusión”, “redistribución”, “derechos” e “identidad”.
La Argentina vive una etapa de florecimiento de su cultura. Reafirmamos nuestro compromiso de afianzar la cultura como herramienta de transformación social, en línea con nuestros dos principales objetivos de gestión: federalizar la cultura e integrar socialmente a los sectores excluidos de la sociedad. Porque los países son tan exitosos como su proyecto cultural.
12 de junio