Agradezco al Secretario General por su partici‑
pación en este debate público. Agradezco también al
Observador Permanente del Estado de Palestina por sus
declaraciones. También le doy las gracias al Represen‑
tante de Israel.
En primer lugar, haré una breve referencia a la si‑
tuación en Siria y en el Iraq, y luego hablaré del conflic‑
to palestino-israelí, objeto central de nuestros debates
trimestrales.
Mientras la atención del mundo está puesta en la
campaña militar dirigida contra el Estado Islámico en
el Iraq y el Levante (IS1L) en el Iraq y en Siria, trágica‑
mente los esfuerzos para alcanzar una solución política
de la crisis siria parecen haber quedado relegados a un
segundo o un tercer plano. Es necesario por lo tanto que
no perdamos de vista que la expansión y la consolida‑
ción del ISIL, y la diseminación de la violencia sectaria
por toda la región son el resultado de la prolongación y
la militarización descontrolada del conflicto sirio, que
hunde sus raíces en la incapacidad y la falta de voluntad
de los actores locales, regionales e internacionales de
reconciliar sus diferencias por medios pacíficos.
Por lo tanto, así como en el Iraq, la conformación
de un nuevo gobierno inclusivo es un componente cen‑
tral de la estrategia para contribuir a detener el avance
del extremismo, también en Siria la solución del con‑
flicto por medios pacíficos debería estar en el centro
de las prioridades de la comunidad internacional. Sin
paz en Siria no habrá paz en la región y la expansión del
ISIL y de otros grupos extremistas no tendrá fin.
Esperamos, por ello, poder comenzar a traba‑
jar pronto con el nuevo Enviado Especial, Sr. de Mis‑
tura, para comenzar a forjar los consensos necesarios
de una acción efectiva del Consejo. Al mismo tiempo,
aprovechamos esta oportunidad para reafirmar nuestra
exigencia de que todas las acciones encaminadas a com‑
batir al ISIL deben enmarcarse en el respeto del derecho
internacional y de los derechos humanos, incluyendo la
Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones relevan‑
tes del Consejo de Seguridad, y observar los estándares
más altos en materia de protección de civiles.
En relación con el conflicto palestino-israelí, el
pasado 12 de octubre la Argentina sumó su contribución
a los esfuerzos de la comunidad internacional para la
reconstrucción de Gaza. Tras 50 días de violencia extre‑
ma y de devastación sin precedentes, reconstruir Gaza y
aliviar las innumerables necesidades de las víctimas son
un imperativo humanitario, político y moral, es una ta‑
rea impostergable. La cooperación de todos los actores
relevantes bajo la dirección del Gobierno de Consenso
Nacional palestino será imprescindible para convertir
las promesas en resultados tangibles.
Mientras se inician las labores de reconstrucción
y se continúan otras labores de reconstrucción, de otros
años, es preciso que volvamos a poner de relieve un
mensaje que resonó con fuerza en El Cairo: terminar
con este nefasto ciclo destructivo requiere de una solu‑
ción duradera que trascienda la mera asistencia de corto
plazo mientras se dejan intactas las causas que desen‑
cadenaron la violencia. Las personas en Gaza no solo
necesitan la ayuda humanitaria; las personas en Gaza
no solo necesitan cemento, ladrillo y madera. Lo que
fundamentalmente necesitan es libertad. Por ello, la
reconstrucción debe ir acompañada de un proceso de
cambio político real que ponga fin a 47 años de ocu‑
pación ilegal. De otra manera, estaríamos apostando a
seguir gestionando el conflicto, aceptando la falacia de
que, con los recursos suficientes, esa ocupación puede
ser más digna. No nos engañemos, eso no es posible:
dignidad y ocupación son conceptos absolutamente
incompatibles.
Creemos, por lo tanto, que es necesario dar un paso
más allá de lo que se ha hecho hasta ahora. No es sufi‑
ciente que condenemos el uso excesivo de la fuerza por
parte de Israel o el lanzamiento de cohetes por parte de
Hamás, que nos indignemos frente a la muerte de civiles,
de ver a mujeres y niños asesinados; que repitamos una
y otra vez que la construcción de asentamientos es ilegal
y contraria a la paz: o que expresemos nuestra profunda
preocupación por las acciones impunes de los colonos
extremistas y por los actos de incitación y de violencia
en los santos lugares de Jerusalén. Eso no basta. Debe‑
mos decir basta a tanta retórica repetida. Debemos decir
basta, sobre todo, a tanta violencia innecesaria.
Durante los últimos 20 años se han ensayado for‑
matos e iniciativas de negociación que han fracasado
y que lejos de resolver el conflicto han perpetuado un
statu quo a expensas de los derechos palestinos. No obs‑
tante, estos 20 años no han sido inútiles. Han servido
para cristalizar en el seno de la comunidad interna‑
cional un conjunto de principios y de parámetros que
completan los perfiles de la solución de dos Estados
contenidos en las resoluciones relevantes del Consejo
de Seguridad y de la Asamblea General. Antes de que
sea demasiado tarde es preciso avanzar en su imple‑
mentación y estamos convencidos de que el Consejo de
Seguridad, asumiendo sus responsabilidades políticas e
institucionales, debe ser un actor clave en esa tarea con‑
tribuyendo a crear las condiciones necesarias para que
ello pueda ocurrir.
Es por ello que apoyamos y seguiremos apoyando
todas aquellas propuestas que contengan los elementos
que gozan de la abrumadora aceptación de la comuni‑
dad internacional para solucionar este conflicto, que se
basen en el derecho internacional y se inspiren en la jus‑
ticia y que persigan la plena independencia de Palestina
garantizando el derecho de Israel de vivir en condicio‑
nes de paz y seguridad. Desde esta perspectiva, hemos
respaldado decididos y desde el inicio la iniciativa im‑
pulsada por el Presidente Abbas y endosada por la Liga
de los Estados Árabes para que el Consejo de Seguridad
apruebe una resolución con parámetros, objetivos y pla‑
zos claros para terminar con la ocupación, porque du‑
rante demasiado tiempo, bajo la excusa de que hay que
proteger el proceso de paz y de que hay que darle tiempo
a las negociaciones, el Consejo de Seguridad ha consen‑
tido de manera tácita prácticas que, en los hechos, han
socavado el reconocimiento de los legítimos derechos
del pueblo palestino, que es uno de los objetivos princi‑
pales de las negociaciones.
No somos ingenuos. La paz puede llegar en 24 ho‑
ras, pero también la violencia puede llegar en 24 horas.
No somos ingenuos. Los intereses y las razones que si‑
guen bloqueando la acción efectiva del Consejo de Se‑
guridad son conocidos por todos. Debemos decidir entre
seguir siendo parte del problema o comenzar a ser parte
de la solución. Mi país, la Argentina, está convencido de
que el Consejo de Seguridad no puede seguir mirando a
un costado porque es evidente que, cada vez que ha fa‑
llado en su misión, el costo humano ha sido intolerable.
En una región donde los extremistas están imponiendo
la agenda de más y más violencia y más y más odio, es
nuestra obligación apoyar a quienes quieren construir
la paz, y no solo reconstruir la infraestructura. Nuestra
obligación es apoyar a quienes quieren construir la paz
por medios pacíficos y legítimos. La Argentina sigue
estando lista para acompañar esos esfuerzos.