Sr. Presidente: Quisiera, en
primer lugar, agradecer las palabras del Ministro de Re‑
laciones Exteriores del Iraq, Sr. Ibrahim Al-Jaafari, que
hoy nos acompaña, y las declaraciones del Representante
Especial, Sr. Nickolay Mladenov. Extiendo también mi
reconocimiento a la Presidencia por la organización de
este debate, que es sin duda oportuno e importante.
Nos preocupa la grave situación de seguridad y hu‑
manitaria en el Iraq, que en los últimos meses se ha de‑
teriorado drásticamente por el avance de la organización
terrorista Estado Islámico del Iraq y el Levante (ISIL). El
carácter transnacional de esta organización terrorista no
solo representa una amenaza para el Iraq, sino también
una amenaza para la estabilidad de la región y la comuni‑
dad internacional en su conjunto.
Esta es una oportunidad para expresar nuestra soli‑
daridad con el Gobierno y el pueblo del Iraq, con las per‑
sonas que han sido víctimas de estos ataques y sus fami‑
lias y con la enorme cantidad de personas que se han visto
expulsadas de sus hogares y debieron huir y buscar refu‑
gio frente al avance territorial y la persecución terrorista.
Debemos aprovechar esta sesión para reflexionar sobre los
problemas que se están viviendo en el Iraq y, fundamen‑
talmente, debatir cuáles deben ser los alcances, pero tam‑
bién los límites, de una contribución eficaz de la comuni‑
dad internacional para que los propios iraquíes superen
con éxito las difíciles circunstancias que están atravesan‑
do. Estamos convencidos de que una mirada que busque
comprender los orígenes de la crisis actual nos permitirá
divisar los elementos de una respuesta colectiva, cohe‑
rente en su formulación y efectiva en su implementación.
Desde esa perspectiva, sin dobles estándares y sobre
la base de los principios que rigen la política exterior de
mi país, me gustaría formular los siguientes comentarios.
En primer lugar, el ISIL es una organización terrorista y
criminal. Utiliza la fuerza militar, la violencia extrema y
la intimidación para imponer el terror, atacando y persi‑
guiendo a las personas y a las minorías étnicas y religio‑
sas. También es cierto que está explotando las tensiones
sectarias y la frustración que ya existía en amplios sec‑
tores de la población iraquí, que nunca terminaron de ser
incluidos en el sistema político tras la caída del régimen
baazista hace más de un decenio.
Por ello, saludamos la reciente conformación de
un Gobierno inclusivo, dentro de los plazos previstos en
la Constitución. Este ha sido un paso clave y ofrece una
nueva oportunidad para que se generen las condiciones
que permitan que el Iraq enfrente con éxito los desafíos
que tiene por delante. Felicitamos al Primer Ministro,
Sr. Al-Abadi, y le ofrecemos todo nuestro apoyo, ya que
cumple con la difícil pero imprescindible misión de satis‑
facer las demandas postergadas y de reconstruir la con‑
fianza entre todas las comunidades iraquíes.
En segundo lugar, no existen dudas de que el ISIL es
una amenaza para la seguridad de la región y la seguridad
internacional, que requiere una respuesta firme por parte
del Consejo de Seguridad. Cualquier coalición que se for‑
me para combatir al ISIL debe enmarcar sus acciones en
el respeto del derecho internacional, y debe defender los
estándares más altos en materia de protección de civiles.
El ISIL , que encuentra sus orígenes en los agitados años
que siguieron a la invasión que sufrió el país en 2003, no
puede ser pretexto de acciones unilaterales, que han de‑
mostrado generar más problemas de los que resolvieron.
En la resolución 2170 (2014), aprobada por este
Consejo el mes pasado, se ofrecen criterios y parámetros
claros para la acción de la comunidad internacional en su
lucha contra el terrorismo. Se reafirma la obligación de
todos los Estados de adoptar medidas para interrumpir
las fuentes de financiamiento, impedir la circulación de
combatientes y detener el suministro de armas que utili‑
zan las organizaciones terroristas. Esa firme expresión de
la voluntad del Consejo deber ser aplicada rápidamente y
sin excepciones.
En tercer lugar, y por su profunda interconexión, la
crisis que ha puesto en riesgo la integridad territorial del
Iraq es un nuevo y poderoso llamado de atención sobre
la necesidad de encontrar una salida a la tragedia que
está destruyendo a Siria. Y así como en el Iraq, en don‑
de la conformación de un nuevo Gobierno inclusivo ha
sido una parte vital de la estrategia para detener el avan‑
ce del extremismo, también en Siria la solución política
del conflicto debe estar en el centro de las prioridades de
la comunidad internacional. También en Siria debemos
buscar conjuntamente una solución pacífica y renovar el
esfuerzo, en particular en apoyo al nuevo Enviado Espe‑
cial, Sr. de Mistura. Debemos mostrar la determinación
de encontrar una salida a esta situación y colaborar con
las partes, con la voluntad de volverlas a sentar a la mesa
de negociaciones.
En cuarto lugar, reconocemos el papel de las Nacio‑
nes Unidas en la coordinación de la vigorosa respuesta
de la comunidad internacional ayudando al Gobierno del
Iraq para hacer frente a las necesidades humanitarias de
millones de iraquíes desplazados y afectados por la vio‑
lencia, especialmente los sectores más vulnerables. Esta‑
mos convencidos de que una paz duradera y la seguridad
y estabilidad del Iraq son inseparables de un desarrollo
social y económico sustentables. Las Naciones Unidas, a
través de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas
para el Iraq, deben seguir desempeñando un papel central
para impulsar y canalizar la cooperación de la comuni‑
dad internacional con el fin de abordar las causas profun‑
das de las divisiones sectarias, la exclusión y la pobreza.
Finalmente, la escala y la naturaleza de los críme‑
nes por el ISIL y los grupos armados asociados, que abu‑
san de los derechos humanos de ciudadanos inocentes,
no pueden quedar impunes. Por ello, este Consejo debe
tomar todas las medidas necesarias y realizar todos los
esfuerzos posibles, en el marco del derecho internacio‑
nal, para proteger a los miembros de las comunidades
étnicas y religiosas que son particularmente vulnerables,
incluida la minoría cristiana. Es imprescindible asegurar
que los autores de esos crímenes atroces rindan cuenta de
sus actos ante la justicia penal nacional e internacional,
porque sin justicia tampoco habrá paz duradera.
El Iraq es una gran nación, inmensamente rica en
historia y en recursos humanos y naturales. Aprendiendo
de las lecciones de las experiencias pasadas, corresponde
a la comunidad internacional ofrecer toda la asistencia
posible para que los propios iraquíes decidan su propio
camino, puedan superar esta difícil etapa y desarrollar
todo su potencial. La Argentina está lista para seguir apo‑
yando al Gobierno del Iraq mientras construye un futuro
mejor para todos sus habitantes.