Sr. Presidente: Deseo
darles las gracias a usted y a su equipo. Permítame, al
igual que los demás colegas, reconocer el trabajo no so‑
lamente durante el mes de su Presidencia, sino durante
estos dos años en que hemos compartido el Consejo.
Está claro que no pensamos de la misma manera en to‑
dos los temas, y eso es bueno, pero aprendimos a dialo‑
gar, respetándonos las diferencias.
Esta Presidencia expresó su mismo espíritu: el es‑
píritu de su delegación, de su país, un país democrático
que sabe dialogar, entender las distintas posiciones y
hasta, a veces, resignar iniciativas de gran valía e inte‑
rés para su delegación, a fin de preservar lo que todos
tenemos obligación de hacer en este Consejo, que no es
bajar el estándar de nuestra responsabilidad, sino prio‑
rizar, buscar y trabajar infatigablemente por lograr el
consenso. Es el modo como avanza el Consejo. Cuando
no hay consenso en el Consejo, hay más víctimas en la
realidad. Por tanto, reconocemos que no es solo un mes,
sino una experiencia compartida.
También nos congratulamos de esta sesión de re‑
capitulación. Diez miembros de este Consejo hemos
convocado reuniones de recapitulación durante las
Presidencias en 2014, y esperamos que se pueda seguir
continuando con esta práctica para, lo que dije en otros
momentos, generar confianza y ver si no solo cambia‑
mos un poco el texto de la obra de teatro, sino también si
generamos confianza en la membresía para que vengan
a participar sabiendo que no son espectadores inertes,
sino protagonistas de la comunidad internacional en
igualdad de condiciones.
El mes de noviembre —por todos ha sido dicho y
también así lo dice no solo mi equipo sino mi cuerpo—
ha sido intenso, realmente por el número de actividades
obligatorias, como son las renovaciones de mandatos
y reuniones requeridas previamente por decisiones de
este Consejo, más las reuniones convocadas de urgencia
y las tres iniciativas valiosas de la Presidencia: sobre el
terrorismo, los componentes policiales en las operacio‑
nes de mantenimiento de la paz, y las sanciones. Frente
a la prudencia de no referirme a todas, me voy a concen‑
trar en las tres iniciativas de su país.
El debate abierto sobre el terrorismo (véase S/
PV.7316), presidido por la Ministra de Relaciones Exte‑
riores de Australia, a quien pido extienda los saludos de
nuestro país y de nuestra delegación, nuevamente puso
de relieve que en la actualidad la amenaza de los terro‑
rismos —y hablo en plural— retorna a la centralidad de
la agenda de este Consejo, de los medios masivos, de la
comunidad internacional, del miedo colectivo y de las
medidas para prevenir que el horror se extienda.
Pero también hemos entendido que no vuelve de
la misma manera a cobrar centralidad. Es mucho más
complejo su modo de actuación. Son múltiples sus con‑
figuraciones; son sofisticados e innovadores los canales
que utilizan para producir terror en las poblaciones a lo
largo y a lo ancho del mundo. Son violencias que toda‑
vía no alcanzamos a explicarnos muy bien dónde están
sus raíces. No basta decir que son fanáticos. No basta
decir que amanecieron un día y decidieron enloque‑
cer. Hablamos de personas de países desarrollados, que
se incorporan a luchar en grupos terroristas en países
pobres de toda pobreza, diezmados por los conflictos.
Creo que más allá de este Consejo, y también en
este Consejo, debemos reflexionar profundamente, aun‑
que nos lleve tiempo y no solo los cinco minutos esta‑
blecidos por la nota S/2010/507, qué pasa. ¿Por qué estos
terrorismos se complejizan con personas cada vez más
jóvenes, también mujeres, y también niños, como lo ha
marcado una y otra vez la distinguida Embajadora de
Luxemburgo, utilizados para cometer actos horrendos?
La convicción de la Argentina, y lo expresamos así
en el debate que usted organizara, es que los terrorismos,
incluido el nuevo desafío que presenta el reclutamiento
y la participación de combatientes terroristas extranje‑
ros, sin duda, necesita un componente militar, pero no
podemos reducirnos a esto. Hemos fracasado cuando
hemos reducido la lucha contra el terrorismo solo a la
dimensión militar. Necesitamos aún, en este capítulo de
la acción militar, combatir el terrorismo en el marco del
estado de derecho y el respeto del debido proceso. Es
necesario que las medidas que los Estados adopten para
combatir el terrorismo respeten cabalmente el derecho
internacional, en particular el derecho internacional de
los derechos humanos, el derecho internacional huma‑
nitario y el derecho de los refugiados. Estas medidas
deben también respetar los propósitos y principios con‑
sagrados en la Carta de las Naciones Unidas, como lo es
la soberanía, la integridad territorial, la independencia
política de los Estados y el principio de la no interven‑
ción en los asuntos internos de los Estados.
En segundo lugar, Sr. Presidente, está su decisión
de haber convocado a la primera reunión específica del
Consejo de Seguridad (véase S/PV.7317), en que se adop‑
tó la primera resolución sobre la policía de las Naciones
Unidas (resolución 2185 (2014)). La Argentina otorga
enorme importancia en nuestra condición de primer con‑
tribuyente regional de observadores policiales a las ope‑
raciones de la Organización para el mantenimiento de la
paz. Esperamos que usted haya sembrado la semilla que
siga fructificando en los próximos años en este Consejo,
y sea un tema que adecuadamente se trate.
Entendemos que la resolución 2185 (2014) que
adoptáramos hace una descripción importante de la
evolución y creciente relevancia del papel que juegan
los componentes policiales en las misiones de paz, en
particular en la protección de civiles. Celebramos que la
resolución adoptada reafirme el papel que los componen‑
tes policiales pueden tener en facilitar la participación e
inclusión de las mujeres en la resolución de los conflictos
y la consolidación de la paz, así como la necesidad de
incrementar el número de mujeres policía desplegadas y
de la coordinación de los componentes policiales con los
asesores para la protección de las mujeres y los niños.
Lamentamos, y nos preocupa, sin embargo, la falta
de mención expresa en el texto de la resolución al man‑
dato del Comité Especial de Operaciones de Manteni‑
miento de la Paz, que es el único foro de las Naciones
Unidas al que se le ha encomendado el examen amplio
de la cuestión de las operaciones de mantenimiento de
la paz en todos sus aspectos, incluidas las medidas des‑
tinadas a mejorar la capacidad de la Organización de
llevar a cabo esas operaciones. Esto implica que el Se‑
cretario General, en el desarrollo e implementación de
estándares, guías y procedimientos para el mejoramien‑
to de las actividades de las operaciones de manteni‑
miento de la paz, incluidas las de los componentes poli‑
ciales, deba tener en cuenta plenamente dicho mandato.
En tercer y último lugar, destacamos la propuesta de
Australia de considerar medidas destinadas a mejorar la
calidad y consistencia de la asistencia que el sistema de
las Naciones Unidas proporciona al Consejo, sus comités
y los grupos de expertos, y, a su turno, mejorar la calidad
y consistencia de la asistencia que el Consejo provee a
los Estados Miembros en la implementación de sanciones.
Recordará, Sr. Presidente, que la sesión de recapi‑
tulación de abril pasado (S/PV.7166), sostuve que, a me‑
dida que el Consejo de Seguridad parece moverse más
decididamente en dirección al uso de sanciones, más
responsables debíamos ser para definir qué es lo mejor
que podemos hacer para cumplir con nuestro mandato de
mantener la paz y la seguridad internacionales.
Con respecto al tema de las sanciones, hoy que
llueve, coincido con la mayoría de los miembros del
Consejo y con usted, en que algo hay que hacer con
este sistema de sanciones, porque cuando llueve usa‑
mos paraguas. Ahora, si nos estamos mojando porque
tenemos un paraguas agujereado, en realidad, sabemos
que nos mojamos porque el paraguas está agujereado.
¿Qué quiero decir con esto? Que nos quejamos de que
establecemos sanciones y las sanciones no se cumplen.
O cambiamos el paraguas o intentamos, frente a estas
tormentas, ensayar, no solamente las sanciones como
único camino, sino poner sobre la mesa las distintas al‑
ternativas que este Consejo tiene. Sin dudas para la Ar‑
gentina seguirá siendo una convicción, aquello que pro‑
pusimos, que es extender el mandato de la Oficina de la
Ombudsperson a las personas y entidades incluidas en
las listas de todos los comités de sanciones, y ¿por qué?
Porque a veces el paraguas está agujereado, porque
se entienden, no digo que el espíritu del Consejo sea ese,
pero se entienden que las sanciones son selectivas, que
son azarosas, y que es una suerte de arbitrariedad puni‑
tiva. Entonces, como la arbitrariedad punitiva también la
hemos vivido, y voy a hablar de mi región y de mi país. El
sistema penal, metía, cuando las democracias eran me‑
nos democráticas, metía a la cárcel sobre todo a pobres,
a inmigrantes, a personas afrodescendientes, a jóvenes, y
las cárceles estaban pobladas de eso. Hasta que empeza‑
mos a ver que eso no andaba. Que este sistema punitivo
era arbitrario, selectivo, que no ayudaba a la paz social, a
la democracia de la cohesión social. Entonces, también,
mejorando hacia dentro de nuestros países estos siste‑
mas punitivos, creo que también debemos darnos una
reflexión sincera y justa sobre el sentido necesario de las
sanciones. Creo que son necesarias, pero también deben
ser legítimas y no arbitrarias.
Sr. Presidente: El reconocimiento a usted, a su
equipo. Doy la bienvenida a las nuevas delegaciones,
que es como en los restoranes, cuando está ocupado el
restorán y ya se para el que quiere sentarse a comer.
Veo seis venezolanos allá, ya les dejo la silla. Doy la
bienvenida a los nuevos países que van a ser miembros
no permanentes del Consejo de Seguridad. Es realmente
una responsabilidad desafiante. Por ser esta su última
sesión como Presidente del Consejo, le doy las gracias
al Embajador Quinlan. Le doy las gracias por su profe‑
sionalismo y por su ética institucional.
Termino deseándole al Chad la mejor de las suer‑
tes, en un mes de diciembre en que celebramos muchos
un mes que quiere la paz para todo el mundo. Aquellos
que tenemos fe o aquellos que no. Así que traten de te‑
ner un mes tranquilo.
Tomo un comentario de algún colega. Miren, es cier‑
to que para los que van a entrar van a encontrar que África
ocupa mucho tiempo de nuestra agenda. Es cierto. Las zo‑
nas de violencia y la pobreza organizada como conflictos
mayoritariamente están en África. Es cierto que hay com‑
plejas situaciones política, disputas por el poder, violencias
nuevas y viejas, pero también es cierto que África debe
dejar de ser el lugar donde la voracidad irrefrenable del
lucro globalizador va de “shopping” todos los días.