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La situación en el Oriente Medio incluida la cuestión Palestina (29 de Octubre)

Doy las gracias al Sr. Feltman por su presentación,
y reitero mis respetos a los representantes de Israel y de
Palestina por sus declaraciones.
Jerusalén tiene un sentido trascendente e impor‑
tante para cristianos, musulmanes y judíos. Creo no
equivocarme si afirmo que Jerusalén tiene un signifi‑
cado sustantivo para todos los hombres y las mujeres de
buena voluntad. Por eso, esta sesión está justificada de
manera sobrada, al haberse decidido una convocatoria
de una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad
en momentos en que en Jerusalén —que tiene un sen‑
tido trascendente e igual importancia para todos— las
tensiones están escalando de manera peligrosa y deses‑
tabilizadora, y la violencia vuelve a cercenar la vida de
víctimas civiles.
Es lamentable que mientras estamos todavía en
medio de las discusiones sobre la nueva reconstrucción
de Gaza, nos veamos otra vez ante la urgente necesidad
de llamar la atención sobre acciones que tienen lugar en
la Ribera Occidental y en Jerusalén Oriental. En parti‑
cular, merecen nuestra más firme condena los anuncios
de que Israel tiene planeado avanzar con la construc‑
ción de más unidades de asentamientos en Jerusalén
Oriental, entre otros lugares, en Ramat Shlomo y en Har
Homa. Estos anuncios no sorprenden y no son hechos
aislados, y esto es lo más lamentable. ¿Por qué no nos
sorprenden? ¿Por qué no son hechos aislados? Forman
parte de la ininterrumpida campaña de colonización
en Jerusalén Oriental, acompañada de confiscaciones,
ataques contra civiles, demoliciones y desplazamientos
forzosos de residentes palestinos.
Además, la expansión de asentamientos coincide
con una serie de hechos de violencia, de restricciones al
acceso, de actos de incitación y de intentos de alterar el
statu quo de los lugares sagrados de Jerusalén, para los
hombres y mujeres que tenemos fe y para los hombres
y mujeres de buena voluntad. En el contexto actual de
frustración y de estancamiento del diálogo, se trata de
acciones irresponsables, con potenciales efectos deses‑
tabilizadores en toda la región.
Como sabemos, todas estas prácticas violan el
derecho internacional, son contrarias a la paz, siguen
alterando la situación sobre el terreno y ponen en pe‑
ligro la viabilidad de la solución de dos Estados. ¿Por
qué consentir prácticas que no pueden ser consentidas?
¿Por qué no volver a pedir, a requerir, que se reviertan
inmediatamente? ¿Por qué no decir, alertar, que pueden
ocasionar una nueva trágica escalada de la violencia?
El Consejo de Seguridad, acompañando la posición
mayoritaria de la comunidad internacional, ha dicho en
muchas oportunidades que todas las medidas de carác‑
ter legislativo y administrativo tomadas por Israel y los
actos que ha ejecutado que tienden a modificar el esta‑
tuto jurídico de Jerusalén son nulos, no pueden modifi‑
car ese estatuto y constituyen un serio obstáculo para
la paz. El Consejo también ha deplorado la persistencia 
de Israel en modificar el carácter físico, la composición
demográfica, la estructura institucional y el estatuto de
la Ciudad Santa de Jerusalén.
Pero es evidente que la mera condena no alcanza y
que la historia entre el Consejo de Seguridad y Jerusa‑
lén es una historia de resoluciones incumplidas. Es así,
porque no tenemos que perder de vista que Jerusalén es
solo una faceta del conflicto palestino-israelí y que los
hechos que hoy nos convocan son expresiones de una
realidad más amplia, de una ocupación ilegal que se ha
prolongado por casi medio siglo.
La Argentina cree que el Consejo de Seguridad
tiene que dejar de seguir consintiendo, con su inacción,
los actos de provocación y las acciones incompatibles
con la paz; y debemos hacer todo lo que esté a nuestro
alcance para salvar la solución de dos Estados mientras
todavía sea posible. Si se abandonan las caretas y los do‑
bles estándares, hay cosas que el Consejo debe y puede
hacer para cumplir con ese objetivo, asumiendo plena‑
mente sus responsabilidades.
El Consejo puede aceptar a Palestina como Esta‑
do Miembro de las Naciones Unidas, puede concretar
una largamente demorada visita a la región y debería
abocarse a discutir, con grandeza, con seriedad y con
espíritu de compromiso el proyecto de resolución árabe
para poner fin a la ocupación en un plazo de tiempo
específico, como parte de sus esfuerzos para concretar
la plena independencia del pueblo palestino y de garan‑
tizar el derecho del Estado de Israel a vivir en paz junto
a sus vecinos, dentro de fronteras seguras e internacio‑
nalmente reconocidas. Con este objetivo, la Argentina
sigue dispuesta a trabajar en el proyecto de resolución.
Estamos convencidos de que si existe voluntad po‑
lítica y ética política, el Consejo de Seguridad podrá
contribuir a generar las condiciones para lograr, de una
vez por todas, la coexistencia pacífica, justa, respetuo‑
sa, tolerante, duradera, entre israelíes y palestinos.