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Los niños y los conflictos armados (8 de Septiembre)

Sra. Presidenta: Mu‑
chas gracias a los Estados Unidos por organizar este de‑
bate. Queremos, al mismo tiempo, reconocer el trabajo
comprometido de la Embajadora Sylvie Lucas y su lide‑
razgo en el Grupo de Trabajo del Consejo de Seguridad
sobre los niños y los conflictos armados. Agradecemos,
especialmente, las presentaciones de la Sra. Zerrougui,
del Sr. Whitaker y de la Srta. Uwiringiyimana.
En agosto se cumplieron 15 años desde la apro‑
bación de la resolución 1261 (1999), primera resolución
dedicada al tema de los niños y los conflictos armados
y que, al igual que la resolución 1612 (2005) y la recien‑
temente aprobada resolución 2143 (2014), contó con el
apoyo de la Argentina en las tres ocasiones como miem‑
bro de este Consejo. Mi país acompaña firmemente la
tarea del Consejo de Seguridad por el objeto de detener
las graves violaciones a los derechos humanos de los
niños en el marco de los conflictos armados. Compro‑
miso puesto de manifiesto por el hecho de haber sido
uno de los primeros Estados en ratificar el Protocolo
Facultativo de la Convención de 2002 sobre los Dere‑
chos del Niño relativo a la participación de niños en los
conflictos armados.
La Argentina, al igual que la comunidad interna‑
cional, tiene clara conciencia de los efectos devastado‑
res en los niños de los conflictos armados como con‑
secuencia de ataques indiscriminados contra las zonas
civiles o los atentados directos contra civiles por medio
de armas explosivas, ataques aéreos, o el uso de tácticas
de terror que causan un insoportable número de vícti‑
mas entre los niños. Todos también conocemos los gra‑
ves efectos del uso de armas explosivas de amplio alcan‑
ce en áreas densamente pobladas. La reciente escalada
de violencia entre Israel y Palestina constituye un muy
claro y triste ejemplo. Escuelas, hospitales, mezquitas,
establecimientos civiles protegidos, incluidos los de las
Naciones Unidas, han sido dañados o completamente
destruidos. Familias enteras, cientos y cientos de niños
han quedado destrozados bajo los escombros de edifi‑
cios demolidos por bombardeos contra construcciones
residenciales. Las nociones de intencionalidad y no in‑
tencionalidad, de colateral y deliberado se desdibujan
cuando se arrojan bombas capaces de hacer desaparecer
edificios enteros en zonas densamente pobladas, cuyo
resultado no puede ser otro que la muerte de seres hu‑
manos. La Argentina hace un fuerte llamado a abstener‑
se de hacer uso de este tipo de armas en dichas áreas y
asegurar que se investiguen los casos en que el uso de
tales armas pueda constituir un crimen de guerra o un
crimen de lesa humanidad y que se lleven a los respon‑
sables ante la justicia.
Por otra parte, el recrudecimiento del conflicto en
Siria donde la intensificación de las hostilidades condu‑
jo durante el período informado a la generalización de
las violaciones graves de los derechos de los niños y el
empeoramiento de la crisis humanitaria, constituye otra
grave situación que requiere la urgente atención de la
comunidad internacional. Lamentamos que el Grupo de
Trabajo del Consejo de Seguridad sobre los niños y los
conflictos armados no haya podido aún adoptar las con‑
clusiones del informe sobre Siria (S/2014/339). Hacemos
un llamado a profundizar los esfuerzos a encontrar aquí
los consensos necesarios para su adopción. Con la mis‑
ma fuerza, llamamos a que se escuche a la Argentina
desde que entrara como miembro del Consejo de Segu‑
ridad, que también lo ha hecho el Secretario General,
basta de proveer armas a todas las partes en el conflicto.
Por ello, es claro que no basta tener conciencia, co‑
nocer, saber; hace falta actuar para cambiar. Debemos
cambiar la repugnante indignidad de ejercer violencia
contra los niños, tanto en tiempo de paz como contra los
niños en situaciones de conflicto armado. Resulta impe‑
rativo luchar para que no se perpetúe la impunidad para
quienes cometen delitos graves contra los niños, en par‑
ticular actos de violencia sexual, común en varias de las
situaciones incluidas en el informe del Secretario Gene‑
ral, que se rinda cuentas de estos actos ante la justicia.
Sabemos que, especialmente las niñas en los conflictos
armados son víctimas de violencia sexual, por distintas
formas. Se usa la violencia sexual como tortura, para
herir, para extraer información, para degradar, para in‑
timidar, como forma de castigo por situaciones reales o
supuestas por ellas o por sus familias para destrozar la
dignidad personal, la dignidad de una familia, la dig‑
nidad de la comunidad, se la utiliza para instalar como
deshonor violar el cuerpo de una niña. Se violan niñas
también bajo oscuros prejuicios en algunos conflictos
armados hoy bajo terribles creencias, como aquella que
sostiene que violar a una niña virgen puede proteger
de una infección de VIH o curarlo. Hemos visto cómo
también la pérdida de familiares puede conducir a un
aumento de matrimonios precoces o forzados, tal vez
esgrimiendo que de esta manera se protege a las niñas.
Son deglutidas por los grupos armados, por las fuerzas
de distintos Estados, para distintas funciones, militares,
de apoyo, de esclavas sexuales.
Digamos basta, digamos basta en este Consejo que
debe luchar contra la impunidad, en este Consejo que
reconoce la tarea destacada de la Representante Espe‑
cial del UNICEF, Sra. Leila Zerrougui, en la campaña
de las Naciones Unidas “Niños, no soldados”, para po‑
ner fin al reclutamiento y a la utilización de niños por
las fuerzas de seguridad de los gobiernos en situaciones
de conflictos antes que termine 2016. Damos la bien‑
venida a aquellos gobiernos, ocho figuran en el anexo
del informe del Secretario General, que se han sumado
a esta campaña para decir, ética y políticamente, niños,
no soldados.
Finalmente, en realidad coincidimos con el Secre‑
tario General en la necesidad de prestar atención a los
agentes no estatales y de incorporar en los programas
sobre los niños y los conflictos armados, en otras for‑
mas y vías de dialogar con los grupos armados. Damos
la bienvenida al incremento registrado de declaraciones
y órdenes públicas por parte de grupos armados para
prohibir el reclutamiento y la utilización de niños. Mi
país condena los ataques contra escuelas, contra hospi‑
tales. Al igual que ustedes, hemos dicho que nos pre‑
ocupa, y condenamos, el uso de las escuelas con fines
militares. Viola el derecho internacional, constituye las
instituciones educativas el legítimo blanco poniendo
en peligro así la seguridad de maestros, de alumnos,
poniendo en crisis el futuro de la entera humanidad.
Por eso la Argentina está comprometida con el proceso
de las directrices de Lucens para proteger a las escue‑
las y universidades del uso militar durante los conflic‑
tos armados.
Sra. Presidenta: Usted sabe cuánto la respeto por
su defensa a los derechos humanos. Por eso le pido que
ayudemos en este Consejo a los niños soldados, y esto
significa que cuando este Consejo repite, una y otra vez,
que debemos abordar las causas profundas de los con‑
flictos, cuando este Consejo repite, una y otra vez, que
no es la solución militar la solución verdadera, no solo
lo digamos. Lo debemos creer, lo debemos asumir, lo
debemos actuar. No son las armas, no es la violencia.
A Sandra le digo, escuchamos también aquí a
Malala, la niña pakistaní. ¿Sabe qué le dijo a este Con‑
sejo? No es la violencia la solución, no es más violencia,
más armas. Nos dijo esto: un niño, un maestro, un libro
y un lápiz pueden cambiar el mundo. En esta paz es en
la que la Argentina cree.