En primer lugar, doy las gracias y la bienvenida a
los Comandantes de las Fuerzas. Quisiera agradecerles
tanto sus exposiciones como la dedicación con la que
cumplen sus tareas en las distintas misiones en entornos
siempre difíciles. Apoyamos firmemente estas reunio‑
nes con los Comandantes de la Fuerza de las Naciones
Unidas porque nos permite al conjunto de la membresía
contar con información de primera mano y de calidad
sobre las actividades y los desafíos de las misiones so‑
bre el terreno. Esta práctica, que lleva ya cinco años
consecutivos, esperamos se repita en lo sucesivo. Res‑
paldamos también la iniciativa del Secretario General,
mencionada por otros colegas, en cuanto al examen y
evaluación de las misiones de mantenimiento de la paz
como una necesidad, un imperativo estratégico, político
y ético de nuestra Organización.
Permítaseme decir que la Argentina se complace
y celebra la presencia en este Salón de la General de
División Kristin Lund, la primera mujer Comandante
de la Fuerza de las Naciones Unidas para el Manteni‑
miento de la Paz en Chipre. Lo celebramos porque en
realidad esto muestra que en un asunto tan serio como
es el mantenimiento de la paz, esa paz tan deseada, tan
necesaria, sería egoísta de nuestra parte, las mujeres, si
solo dejáramos la paz en manos de los hombres. Así es
que celebro su presencia aquí. Nos congratulamos por
esta responsabilidad que le han conferido.
La Argentina sin duda entiende, al igual que el
conjunto de los miembros del Consejo de Seguridad,
que el mantenimiento de la paz y la seguridad interna‑
cionales, es el objetivo último de este Consejo. Las res‑
ponsabilidades asignadas a las misiones sin duda pasan
por distintas dimensiones, la protección de los derechos
humanos, la asistencia para la reconstrucción de las ins‑
tituciones, la consolidación de la democracia y el estado
de derecho. Son tareas que se llevan a cabo a través de
cada una de las misiones de las Naciones Unidas, cada
vez con más dimensiones, más complejas. También, re‑
quieren más integración y coordinación.
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas
en la República Democrática del Congo (MONUSCO),
la Fuerza de Naciones Unidas de Observación de la Se‑
paración (FNUOS) y la Misión Multidimensional Inte‑
grada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí
(MINUSMA), sin duda, forman parte de estas misiones
que en la actualidad resultan imprescindibles para garan‑
tizar la protección de los civiles. En relación con la Repú‑
blica Democrática del Congo, volvemos a destacar el valor
y la actuación de la MONUSCO en el cumplimiento de su
mandato, que permitieron vencer la amenaza que repre‑
sentaba el Movimiento 23 de marzo y contribuir a un me‑
joramiento de la situación de seguridad en el este del país.
La creación de una Brigada de Intervención fue
una apuesta arriesgada, y hasta el momento, considera‑
mos que es una apuesta que tiene sus desafíos. Es una
apuesta arriesgada para imponer la paz. Su creación fue
justificada en el pedido concreto de las autoridades de
la República Democrática del Congo y por la particular
situación en el país, que lleva varias décadas de conflic‑
tos irresueltos, con una gran porción de su territorio en
manos de grupos armados y el dudoso honor de ser el
conflicto que ha provocado más víctimas desde la fina‑
lización de la Segunda Guerra Mundial.
El mandato de la brigada es tan excepcional como
específico. No se extiende ni debe confundirse con el
del resto de la Misión que consiste primariamente en
proteger a los civiles, aun cuando tal protección impli‑
que —como no podría ser de otra manera— una actitud
proactiva de patrullaje preventivo para evitar tener que
reaccionar recién cuando los civiles son víctimas de un
ataque. No obstante, la protección activa de civiles no
debe confundirse con la neutralización de los grupos ar‑
mados mediante tareas ofensivas. Este es el entendimien‑
to de mi país. Tales tareas ofensivas pueden y deben lle‑
varse a cabo únicamente por la Brigada de Intervención.
En relación con la FNUOS, la prolongación y la
ininterrumpida militarización del conflicto sirio han
hecho que la crisis se vaya instalando progresivamente
en la zona de operaciones de la Fuerza, impactando en
la capacidad de la Misión para cumplir con su mandato,
poniendo en peligro a su personal y arriesgando el man‑
tenimiento del cese del fuego entre Israel y Siria. Los
desarrollos que tuvieron lugar hace unas pocas semanas
reflejan que el personal de la Misión es objeto de ata‑
ques directos y deliberados de grupos terroristas que se
oponen a cualquier presencia internacional, se benefi‑
cian de una mayor inestabilidad y buscan exacerbar las
tensiones en la zona.
Bajo estas circunstancias la Fuerza ha perdido
presencia y control de una porción significativa de su
zona de operaciones. Mientras que no existen dudas
de que tanto la Misión como su mandato siguen siendo
extremadamente relevantes y necesarios, los episodios
recientes nos exigen una reflexión sobre cuál sería la
manera más efectiva y segura para que la Fuerza cum‑
pla con este mandato en un entorno operacional com‑
pletamente distinto para el que fue diseñada y que se
mantendrá así en el futuro previsible. En tal sentido, y
si bien estamos a la espera de la información que pre‑
sentará la Secretaría sobre las medidas necesarias para
mantener la capacidad de la FNUOS para cumplir su
mandato, queremos destacar la rápida instrumentación
de medidas de mitigación de riesgo por parte del De‑
partamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz
con el fin de que la Misión pueda desempeñar ese man‑
dato de forma segura.
Al mismo tiempo, en este contexto tan volátil, es
necesario que las partes ejerzan la máxima moderación
en sus acciones y que utilicen plenamente los canales
de comunicación que la FNUOS tiene a su disposición,
evitando caer en provocaciones. Reconocemos el intenso
trabajo y el rol crítico que ha venido ejerciendo el Coman‑
dante de la Fuerza durante todo este tiempo para aliviar
las tensiones cada vez que se produjeron incidentes serios
que tenían el potencial de empeorar la situación.
Quisiera, en este sentido, hacer una pregunta al
Teniente General Singha. ¿Cómo evalúa el proceso de
consultas y la interacción entre la Fuerza, el Departa‑
mento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz y el
Consejo de Seguridad a lo largo de todo este período en
el que fueron cambiando drásticamente las circunstan‑
cias en las que opera la Fuerza? ¿Qué cosas cambiaría?
¿Qué cosas mejoraría?
En cuanto a Malí, la Argentina condena en los
términos más enérgicos los reiterados ataques que ha
venido sufriendo la MINUSMA, y se solidariza con los
familiares y los países de los cascos azules que cayeron
en cumplimiento de su deber: de Níger, el Senegal, el
Chad, Francia y de otros países. Es por ello que valora‑
mos, especialmente, el trabajo del personal de esta Mi‑
sión, que pone diariamente en juego sus vidas en defen‑
sa de la paz y la estabilidad, ante la amenaza constante
de grupos fundamentalistas.
Entendernos que la MINUSMA no debe sustituir a
las fuerzas nacionales de Malí, ni convertirse en el ele‑
mento central en la lucha contra los grupos extremistas,
ya que tales tareas irían en contradicción con el rol de una
operación de mantenimiento de la paz. Por tal razón, de
mantenerse la tendencia creciente de ataques contra las
Naciones Unidas, será necesario encarar una reflexión
profunda sobre la presencia de la MINUSMA en Malí.
Por último, no puedo terminar sin referirme a la
Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Hai‑
tí (MINUSTAH), la única operación de paz de la Orga‑
nización en mi propia región, América Latina y el Cari‑
be, en particular teniendo en cuenta que en los próximos
días el Consejo deberá renovar su mandato. Quisiera ha‑
cer dos observaciones. En primer lugar, nos preocupa la
aceleración del horizonte temporal para decidir sobre el
futuro de la Misión. Entendemos que la situación política
y de seguridad en Haití no ha mejorado tan notoriamente
como para favorecer una reducción acelerada y abrupta
del nivel de tropas, como la propuesta en el informe del
Secretario General (S/2014/617).
Asimismo, nos preocupa el cambio del mandato y
del concepto de la Misión. Nos parece que es importan‑
te que se proceda con cautela y se tomen las decisio‑
nes sobre la base de las condiciones en el terreno para
permitir que culmine con éxito la única operación de
mantenimiento de la paz desplegada en el continente
americano. Coincidimos en que la MINUSTAH no debe
permanecer en Haití más tiempo del que sea necesario,
siempre que sea requerida por el Gobierno democrático
haitiano. Al mismo tiempo, creemos que es importante
aprender las lecciones del pasado y tener presente las
experiencias de las retiradas apresuradas que nos obli‑
garon a regresar.