Sra. Presidenta: Gra‑
cias por convocar de urgencia a este debate abierto que
nos permitirá a todos los Estados Miembros de las Na‑
ciones Unidas compartir nuestra visión y preocupacio‑
nes sobre el reciente brote del Ébola en África Occi‑
dental, una cuestión que por sus implicancia y el riesgo
de derrame nos involucra a todos y que requiere una
respuesta global. Quiero, asimismo, agradecer al Secre‑
tario General; al Coordinador Superior del Sistema de
las Naciones Unidas para la Enfermedad del Virus del
Ébola, Dr. David Nabarro; a la Directora General de la
Organización Mundial de la Salud, Sra. Margaret Chan;
y al Sr. Jackson Niamah, de Médicos Sin Fronteras, sus
reflexiones, sus conocimientos y, sobre todo, su com‑
promiso, expresándoles nuestro respeto por todo el tra‑
bajo que están llevando adelante para intentar frenar
esta grave epidemia. También quiero, en nombre del
pueblo y del Gobierno de la República Argentina, ex‑
presar a las familias de las miles de víctimas y a sus
Gobiernos nuestro hondo pesar y nuestra solidaridad.
No duden de que también la Argentina cooperará con
esta misión que es causa de todos.
Esta no es, lamentablemente, la primera vez que
el Consejo se reúne para tratar una situación generada
a raíz de una crisis de salud pública. Se recordaba que
este Consejo abordó el impacto del VIH/SIDA sobre las
implicaciones que estaba teniendo en las condiciones de
seguridad pública en distintas sociedades. La gravedad
de la actual epidemia del Ébola justifica, sin lugar a du‑
das, que estemos aquí reunidos dado que si no damos
esta respuesta urgente con su corazón en las políticas
sanitarias de tratamiento, prevención, educación, las
condiciones de vida de la población del mundo pueden
verse afectadas dramáticamente, como se está viendo
afectada la vida de miles y miles de personas en los paí‑
ses hermanos de África Occidental, y fundamentalmen‑
te, si no actuamos con esta urgencia y compromiso, lo
que se verán interpelados son nuestra conciencia ética y
nuestro compromiso institucional.
En coincidencia con el Secretario General, la Ar‑
gentina concibe que el Ébola no es solo un problema
de salud, sino una realidad multidimensional, y de este
modo, hay que enfrentarla. Reconocemos que esta epi‑
demia tiene el potencial de matar el presente y herir el
futuro, erosionando las posibilidades humana, social y
económica, que están a la raíz de la mayoría de los con‑
flictos que tratamos en este Consejo y puede, por ende,
tener consecuencias para la seguridad. De hecho, la epi‑
demia tiene su epicentro en una región que ha sufrido
graves conflictos y que después de muchos esfuerzos, de
mucho coraje, de mucha lucidez, está empezando a tener,
por primera vez, mejores perspectivas de futuro. Doloro‑
samente, este brote del Ébola está poniendo en riesgo los
avances logrados, y de no ser contenido a la brevedad,
podría tener peores consecuencias a nivel humanitario,
económico y social y también para la estabilidad demo‑
crática y la estabilidad de los países afectados.
Por tal razón, creemos que en estos momentos de
desesperación, de incertidumbre, de miedo para mu‑
chos, no puede primar el egoísmo. Debemos sumar to‑
dos nuestros esfuerzos y ponerlos bajo la coordinación
de las Naciones Unidas, y no en competencia entre los
otros. Por esta razón, la Argentina ha acompañado y pa‑
trocinado la aprobación de la resolución 2177 (2014) de
un Consejo que ha venido apoyando a la estabilización
de los países hoy más afectados y que no podía quedar al
margen de la respuesta de la comunidad internacional,
porque así como el hambre, la pobreza o la enfermedad
no son las causas de los conflictos, también es cierto
que como consecuencia de tantas injusticias pueden sur‑
gir situaciones de inseguridad.
La Argentina considera que se requiere una ade‑
cuada y fluida cooperación entre los diferentes órganos
en los términos establecidos en la Carta, siendo impor‑
tante recordar que la competencia para abordar de ma‑
nera sustantiva las causas y consecuencias de esta epi‑
demia corresponde a otros órganos y organismos dentro
del sistema de las Naciones Unidas, como son la Asam‑
blea General, el Consejo Económico y Social y los orga‑
nismos especializados, como la Organización Mundial
de la Salud. Por tal razón, apoyamos que el Consejo de
Seguridad coopere, pero apoyamos que sea la Asamblea
General la que tenga la responsabilidad de dar curso a
la propuesta del Secretario General de establecer una
misión especial en la región. Tengan la certeza que la
Argentina actuará con toda la urgencia y responsabili‑
dad que se requieren para que la Misión de las Naciones
Unidas para la Respuesta de Emergencia al Ébola sea
una realidad de los próximos días.
Para terminar, no puedo dejar de subrayar que un
brote de estas características podría haber sido enfren‑
tado de una manera más eficaz si los países de la región
hubiesen contado con un sistema de salud más sólido,
más completo y con una adecuada estructura y más re‑
cursos humanos capacitados; pero, lo que está ante nues‑
tros ojos es la realidad de nuestros países en desarrollo.
Es la realidad de la pobreza, no la fatalidad del destino.
La Sra. Chan, hace poco más de tres años, expresó, en
este mismo recinto, su preocupación acerca de las di‑
ferencias entre países ricos y pobres, señalando que el
gasto anual de los gobiernos en materia de sanidad osci‑
laba entre apenas 1 dólar por persona y casi 7.000 dólares
(véase S/PV.6668), y que la brecha en la esperanza de
vida entre unos y otros superaba los 40 años.
Lo que tenemos frente a nuestros ojos es la des‑
igualdad, lo que tenemos frente a nuestros ojos es la
injusticia. Lo que tenemos ante nuestros ojos es el de‑
safío de una más justa distribución de riquezas, de las
reformas del sistema financiero internacional, de crear
financiamiento para el desarrollo, solidario y coopera‑
tivo, no dádivas para paliar los sufrimientos. Debemos
pensar en el peso de las deudas soberanas. Los orga‑
nismos de nuestro sistema de las Naciones Unidas ne‑
cesitan contar con los presupuestos adecuados que les
permitan funcionar de manera eficaz.
Queremos expresar, para finalizar, nuestro res‑
peto a todos quienes están trabajando con el corazón
y en el corazón de la epidemia para frenar este flagelo,
y subrayar el aporte que están haciendo muchos países
y organizaciones para detenerlo. Queremos resaltar el
compromiso y liderazgo del Secretario General de esta
Organización y de sus organismos.