DISCURSO PRONUNCIADO POR H.E. MARIA CRISTINA PERCEVAL
REPRESENTANTE PERMANENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA ANTE NACIONES UNIDAS
Sr. Presidente,
Distinguidos colegas
Buenos días.
Deseo agradecer y reconocer, Señor Presidente su decisión de haber convocado esta sesión informal de la AGNU y a Israel por esta imprescindible iniciativa.
A pocos días del Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto y del 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, convocarnos para tratar la cuestión de la creciente ola de ataques antisemitas en el mundo no sólo es un motivo de auténtica preocupación, sino especialmente de genuino compromiso con una ética humanista que reconoce la dignidad sustantiva de todo ser humano y respeta plenamente la universalidad inobjetable de las libertades fundamentales y los derechos humanos.
Esta ola reciente de atentados individuales o colectivos hacia la comunidad, esta ola de intolerancia a través de ataques de verbales y físicos, en la profanación de sinagogas y cementerios, entre otros, es un fenómeno alarmante que no nos debe llevar al pesimismo que, resignadamente, considera que estos actos odiosos nunca van a cesar, pero tampoco nos debe llevar al superficial optimismo que percibe que son episodios aislados, marginales y que, como la lluvia, sin que nada hagamos, algún día pasará.
Debemos convocarnos, como hoy, a la reflexión y a actuar en cada uno de nuestros países y como comunidad internacional, redoblando nuestros esfuerzos para que actos como éstos no queden impunes, identificando y juzgando a los perpetradores.
Al mismo tiempo, y fundamentalmente, debemos profundizar las actividades de prevención para erradicar definitivamente este fenómeno. En este sentido, nunca se enfatizará demasiado la importancia crucial de la educación en la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el racismo, y la promoción de una cultura de la tolerancia, el diálogo democrático y el respeto a la diversidad. En este marco, también, resulta fundamental el papel de los medios de comunicación, incluyendo las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como las redes sociales, sin que ello implique cercenar el derecho a la libertad de expresión, pensamiento, opición, creencia o religión; sino alentar y promover que al comunicar y comunicarnos, nuestros lenguajes logren ser una sintesis virtuosa entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
Sr. Presidente,
Sabemos que el antisemitismo es una de las expresiones más violentas de la discriminación y tiene como esencia el odio al otro. Sabemos que el antisemitismo funciona porque pareciera que resulta necesario a algunos seres humanos “odiar”. Cabría evocar aquí y ahora lo que Jean Paul Sartre escribiera al decir: “si el judío no existiera, el antisemitismo lo inventaría”.
La República Argentina condena, sin ambigüedades, todas las formas de racismo, xenofobia y discriminación, todas las manifestaciones de intolerancia religiosa, incitación, acoso o violencia contra personas o comunidades basadas en el origen étnico o las creencias religiosas, dondequiera que tengan lugar. Repudia en consecuencia, en los términos más enérgicos, cualquier acto de antisemitismo.
Asimismo, consideramos que la situación en Oriente Medio no puede justificar nunca el antisemitismo, como tampoco puede ser excusa para propagar el antiarabismo o la islamofobia o la violencia contra los cristianos.
Sr. Presidente,
Como muestra de su costado más terrible, la Argentina fue víctima de dos atentados, contra la Embajada de Israel y contra la AMIA, del cual en julio de 2014 se cumplieron 20 años.
Ninguna razón podrá justificar jamás ataques de esta naturaleza cuya motivación sólo puede encontrarse en el odio, la intolerancia, el extremismo y la irracionalidad.
El esclarecimiento de estos actos terroristas y el castigo a los culpables constituye una indeclinable demanda de nuestra sociedad y un indubitable compromiso del gobierno argentino.
Por más dificultades que existan, no renunciaremos jamás en nuestro empeño de castigar con toda la fuerza de la ley a quienes planearon, instigaron, ejecutaron o colaboraron con los crímenes cometidos en 1992 y en 1994.
Es una deuda con las víctimas, con sus familiares, con todos los que durante estos años han luchado y seguimos luchando por su esclarecimiento, es una deuda con toda la sociedad argentina y la comunidad internacional.
Sr. Presidente,
Nuestro país cree en la importancia de la memoria activa y, en consecuencia, encuentra inadmisible la negación de atrocidades cometidas en el pasado, como es el caso del Holocausto.
Es por ello que la Argentina, además de su vigorosa legislación interna, instituciones específicas como el Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, políticas públicas en el sistema educativo o en los planes formación de las fuerzas armadas y de seguridad que incorporan como contenido específico y enfoque transversal esta temática, participa activamente en diferentes iniciativas regionales e internacionales para la prevención del genocidio, incluyendo la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, y seguirá cooperando con todos los esfuerzos internacionales de condena a quienes niegan la Shoah y deshonran la memoria de toda la comunidad judía y ofenden los ideales universales sobre los que se sustenta la convivencia global en paz, reconocimiento y tolerancia.
Por ello, reiteramos la necesidad profundizar y extender la educación, rememoración e investigación sobre el Holocausto, a fin de evitar que se repitan actos de intolerancia y de discriminación que puedan conducir a tragedias como las vividas por la humanidad en el siglo XX.
Sr. Presidente,
Para quienes hemos sufrido las heridas de la intolerancia, entender la aflicción de otros seres humanos o grupos perseguidos o humillados no es una tarea complicada.
Lo difícil es lograr que la humanidad en su conjunto comprenda y asuma que “nadie” es inmune a la intransigencia, a la discriminación, al odio.
Lo arduo es lograr que la humanidad en su conjunto comprenda y asuma que lo que nos horrorizó en el pasado nos puede volver a conmover en el futuro o espantar en el presente, si nada hacemos para desterrar “el odio al otro”.
Por ello, así como debemos cultivar la tolerancia, también debemos recuperar y recrear la ética de la autenticidad que nos exige no sólo hacer realidad la cultura del reconocimiento, la empatía y la tolerancia, sino también “no tolerar lo intolerable”.
Ante lo intolerable no cabe ni la impunidad ni la indiferencia.
Y ¿qué es lo intolerable, Sr. Presidente?
Permitir que el odio al diferente se expanda y se exprese como discriminación, xenofobia o racismo.
¿Qué es lo intolerable, Sr. Presidente?
Que la violencia y el odio “al otro” que nutre el antisemitismo, el antiarabismo, la islamofobia o la violencia contra cristianos o personas con distintas creencias en distintos lugares del mundo, introduzca una separación entre “lo que debe vivir y lo que debe morir”.
Todos, “todos”, en nuestra enriquecedora diversidad y diferencias, merecemos honrar la vida, de todos. Siempre.
Todos debemos llamarnos a fortalecer una coexistencia ética y socialmente respetuosa de la universalidad de las libertades fundamentales y los derechos humanos.
Todos debemos llamarnos a profundizar la cultura del respeto, la tolerancia y la coexistencia pacífica para erradicar los prejuicios, las estigmatizaciones, todas las formas de discriminación, la crueldad del odio, para detener las masacres por goteo y para prevenir que el genocidio retorne como drama absoluto, como fracaso absoluto, como dolor infinito en nuestra aún terriblemente injusta y desigual humanidad.
Todos debemos actuar sabiendo que, una vez más, hoy, manifestándonos contra el antisemitismo, lo hacemos no sólo a favor y en solidaridad con la comunidad judía a lo largo y a lo ancho del mundo, sino en defensa de la dignidad humana y de la humanidad en su conjunto.
Muchas gracias.