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Mujer

 Sra. Presidenta:

Tengo el honor de intervenir en nombre de los países integrantes del MERCOSUR y Estados Asociados.

El MERCOSUR se asocia a las intervenciones realizadas por Argelia en nombre del Grupo de los 77 y China y por Chile en nombre de CELAC, a las que sumamos consideraciones adicionales respecto de la situación de las mujeres en nuestra región.

En primer lugar, quisiéramos felicitarla a Usted y al resto de la Mesa por su elección y desearle el mayor de los éxitos en sus labores.

Para los Estados del MERCOSUR, la Cuarta Conferencia de la Mujer y los documentos resultantes de la misma, la Declaración de Beijing y su Plataforma de Acción, marcaron un hito sin precedentes para la futura evolución de nuestras mujeres. Beijing significó un punto de partida fundamental no sólo para la puesta en marcha de políticas específicas para las mujeres desde nuestros gobiernos, sino también para un mayor involucramiento de la sociedad civil en estos procesos. Estos avances coincidieron además con la consolidación de las instituciones y libertades democráticas, restablecidas en muchos de nuestros países. La militancia de las mujeres, decisiva para la recuperación democrática, se continuó con la militancia por la igualdad de género que ha producido resultados de significativa importancia.

En ese sentido, uno de los aspectos más destacables es el notable incremento de la participación política de las mujeres en todos los ámbitos de la vida política e institucional. En el Mercosur, por ejemplo, hoy en día dos mujeres, en Brasil y en mi propio país, la Argentina, ocupan las primeras magistraturas nacionales y no podemos dejar de mencionar con orgullo que la primera Directora Ejecutiva de ONU-Mujeres fue Presidente de Chile.

Además, en todos nuestros países ha aumentado en forma considerable la participación de las mujeres en el Poder Legislativo, en el Judicial, en los Gobiernos Provinciales, Departamentales y Municipales y  en áreas no tradicionales, como Ministerios de Economía, Defensa, Seguridad y otros ámbitos que hace quince años eran solamente ocupados por hombres.

En muchos casos, la mayor presencia de mujeres en los parlamentos ha posibilitado la adopción de normativas que responden a las necesidades y a la discriminación histórica sufrida por la población femenina. Así, en este período, la mayoría de nuestros países ha sancionado legislaciones superadoras en temas tales como violencia contra las mujeres, trata de personas, prostitución infantil y derecho al trabajo y a la salud, incluyendo a la salud sexual y reproductiva.

Estos avances de las mujeres acompañan un giro significativo de los países de nuestra región que, a través de acciones conjuntas e individuales en la última década, han adoptado modelos de desarrollo que vuelven a colocar la centralidad en la política como ámbito en el que se dirimen los conflictos.

En ese orden, es de destacar la labor desarrollada durante más de diez años por la Reunión Especializada de la Mujer del MERCOSUR (REM), la cual fuera recientemente jerarquizada dentro de la estructura institucional de nuestro bloque al ser elevada a Reunión de Ministras y Altas Autoridades, y que constituye el principal foro de debate de los temas de género en la región.

Sra. Presidenta,

En una región caracterizada por la inequidad, las mujeres queremos participar como protagonistas de un nuevo modelo de desarrollo que consolide los procesos sociales y macroeconómicos en marcha en el MERCOSUR, frente a los retos de la crisis económica y financiera mundial que también ha hecho sentir sus efectos en nuestros Estados.  

En particular, recibimos con entusiasmo el reconocimiento otorgado por esta Comisión a la cuestión del empoderamiento de las mujeres rurales y su rol en la erradicación del hambre y la pobreza, tema prioritario de la sesión que hoy nos reúne. Desde el MERCOSUR queremos destacar el papel de las mujeres como agentes privilegiadas en el desarrollo rural y en la seguridad alimentaria a partir de su actuación como productoras de alimentos y, a menudo, como pilares de la agricultura de pequeña escala. Asimismo, entendemos que nuestro principal desafío en la actualidad es lograr el empoderamiento de estas mujeres como un requisito indispensable para aumentar su participación y protagonismo en la toma de decisiones y en un acceso igualitario a los recursos, a la posesión de la tierra y a los circuitos de crédito y comercialización.

Tal cual ha señalado el Secretario General en sus informes, la mujer en el campo tiene que cumplir con una carga laboral excesiva, parte de la cual ni siquiera es remunerada. Por otra parte, ellas tienen, en general, un peor acceso a los servicios públicos básicos, así como a los medios de producción y comercialización.

Por lo tanto, hay que garantizar a las mujeres campesinas un rol central: en un primer momento, como beneficiárias de lesgislaciones y políticas públicas específicas y, luego, como participantes mismas del proceso de toma de decisiones. Es fundamental que los Gobiernos centrales y locales incorporen esa perspectiva en su agenda política, pero las organizaciones no gubernamentales también pueden y deben contribuir. El apoyo a las asociaciones y cooperativas, por ejemplo, es un area en donde las acciones conjuntas de ambos son muy importantes.

Por otra parte, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio es otra de las metas que une a nuestros Estados, que han puesto en marcha políticas de inclusión social, programas de combate a la pobreza y planes nacionales de igualdad de oportunidades laborales, todos ellos recorridos por una fuerte perspectiva de género que no existía anteriormente.

Pese a que los índices cuantitativos van dando cuenta del cumplimiento de las metas de equidad de género, la desigualdad cruza todavía todos los sectores y dimensiones del desarrollo. Las mujeres siguen estando sobrerrepresentadas entre los pobres y con frecuencia son las primeras en acusar el impacto de las crisis económicas debido a su situación de vulnerabilidad. Ellas entraron de manera más notable al mercado laboral en la década de 1980, pero a menudo se insertaron en los sectores de la economía informal, en las tareas peor remuneradas. Aún hoy sufren las consecuencias de un mercado afectado por la división sexual del trabajo, padecen una brecha salarial importante e intentan compatibilizar sus tareas productivas con las funciones reproductivas y de cuidado que la sociedad continúa exigiéndoles. 

Nuestra meta es trabajar para alcanzar el empoderamiento y la autonomía económica de todas las mujeres de la región, a fin de que vivan una vida digna y ejerzan sus derechos y libertades fundamentales y estén en condiciones de enfrentar a la violencia en todas sus formas.

En esta línea, nuestros países han adherido activamente a la Campaña del Secretario General “Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres” y, en ese marco, se han llevado a cabo una serie de acciones que comprometieron a las máximas autoridades y a los medios masivos de comunicación. Además, seguimos trabajando en la plena implementación de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar  y erradicar la violencia contra la mujer, Convención de Belén Do Pará.

Sra. Presidenta,

La lucha contra la trata de personas es un tema permanente en la agenda del MERCOSUR, porque somos conscientes de que es necesario trabajar en forma conjunta para erradicar este delito transnacional.

La mayoría de nuestros países cuenta con servicios especiales para la atención a las víctimas de trata y tráfico y con casas de atención especializadas a los mismos fines. Se han desarrollado legislación y políticas nacionales importantes, impulsando paralelamente iniciativas de cooperación bilateral y multilateral en este campo.

 Sra. Presidenta,

A pesar de que en los últimos años hemos alcanzado conquistas importantes somos conscientes de que quedan pendientes muchos desafíos pero sabemos que no estamos solos para abordarlos.

En este sentido, la creación de ONU Mujeres, que ya ha superado su primer año de funcionamiento, ha significado un avance crucial para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todo el mundo.

Por ello, no queremos dejar pasar esta oportunidad para reiterar una vez más el deseo de que la nueva entidad fortalezca su presencia en nuestra subregión prestando un apoyo eficiente, oportuno y de calidad a los Estados Miembros en línea con las prioridades que ellos establezcan.

Sra. Presidenta,  

Permítame concluir reiterando el compromiso del MERCOSUR y Estados asociados para continuar trabajando por la equidad de género y empoderamiento de las mujeres, hacia la meta de una auténtica paridad que les permita convertirse en protagonistas de una sociedad más justa e inclusiva.

Muchas  gracias.

27 de febrero                                 Misión Permanente Argentina ante Las Naciones Unidas