INTERVENCION PRONUNCIADA POR EL SEÑOR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, COMERCIO INTERNACIONAL Y CULTO DE LA REPUBLICA ARGENTINA, D. HECTOR M. TIMERMAN, ANTE EL COMITE ESPECIAL DE DESCOLONIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS, RELATIVA A LA "CUESTION DE LAS ISLAS MALVINAS"
(21 DE JUNIO DE 2011).
"Señor Presidente:
Deseo expresarle las felicitaciones de la República Argentina y nuestra satisfacción por su elección para presidir este Comité Especial de Descolonización. Somos conscientes del papel relevante que a este Comité le compete en el proceso de la descolonización. Por ello, mi Gobierno está seguro de que, considerando las destacadas condiciones personales y la amplia y profunda experiencia diplomática que lo caracterizan, estaremos en condiciones de avanzar en la erradicación de las situaciones coloniales que, aunque resulte difícil de creer, aún subsisten en pleno siglo XXI.
En el desarrollo de esta tarea, usted ha indicado, con exactitud y prudencia, la necesidad de considerar cada caso de acuerdo a sus características especiales y particulares, tal como lo ha venido haciendo este Comité desde sus inicios.
El 14 de diciembre pasado se cumplieron 50 años de la 'Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos coloniales', resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, adoptada con el apoyo de todos los países que hemos luchado contra el mantenimiento de los regímenes coloniales. Vale recordar que el Reino Unido se abstuvo en la adopción de dicha resolución, marcando su selectiva adhesión al proceso de descolonización.
En mi carácter de Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina, tengo el honor y el privilegio de volver al seno de este Comité para reiterar frente a la comunidad internacional el reclamo por los derechos soberanos irrenunciables e imprescriptibles de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Me enorgullece tener la seguridad de que mi presencia en este distinguido ámbito cuenta con el apoyo de la sociedad argentina en su conjunto, que, desde el despojo que se produjo en 1833, ha expresado de manera ininterrumpida su reclamo por los territorios ocupados.
Sr. Presidente:
La Asamblea General aplicó la resolución 1514 (XV) al caso concreto de la 'Cuestión de las Islas Malvinas', y mediante su resolución 2065 (XX) de 1965 la caracterizó como una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido. En dicha resolución la Asamblea General reitera el compromiso de terminar con el colonialismo en todas sus formas e invita a ambos Gobiernos a negociar una solución pacífica, teniendo en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta, la resolución 1514 (XV) y los intereses de los habitantes de las islas.
En cumplimiento de lo dispuesto por la resolución 2065 (XX), se inició entre las dos partes un proceso de negociación sobre soberanía que fue interrumpido unilateralmente por el Reino Unido a principios de la década del ochenta, y donde se manejaron diferentes alternativas, pero sin llegar a concretarse ninguna. Luego del conflicto armado, diez resoluciones de la Asamblea General y 28 del Comité Especial de Descolonización dan cuenta de la persistencia de la disputa de soberanía y de la necesidad de resolverla mediante negociaciones entre las dos partes.
Sin embargo, es hasta el día de hoy que el Reino Unido se rehúsa a retomar ese proceso de negociación a pesar de los múltiples llamamientos de la comunidad internacional y de su responsabilidad que como miembro de las Naciones Unidas le cabe, cual es de resolver pacíficamente las disputas. Es como si el Reino Unido, amparado en su calidad de miembro permanente del Consejo de Seguridad y de los privilegios que detenta en esa condición, interpretara que un conflicto militar le otorgara derechos y lo eximiera de sus obligaciones internacionales conforme al derecho internacional, posición inadmisible por parte de un miembro responsable de esta Organización.
Sr. Presidente:
Permítame hacer un poco de historia y recordar que luego de dos intentos frustrados de invadir Buenos Aires, actual capital de la Argentina, en 1806 y 1807, en 1833, la flota británica ocupó por la fuerza las Islas Malvinas y desalojó de forma generalizada a la población y a las autoridades argentinas, que pacífica y activamente ejercían los legítimos derechos que le corresponden a la República Argentina.
La República Argentina nunca consintió este despojo. Se trató de un vergonzoso acto imperialista, inscripto en la voluntad expansionista de la corona británica. Esta potencia mundial reemplazó a la población argentina, transplantando a sus propios súbditos, impidiendo a los argentinos, desde entonces y en forma discriminatoria y sistemática, establecerse en los archipiélagos o ser propietarios de tierras.
En este punto es oportuno señalar la diferencia sustancial con las leyes argentinas. Recientemente, el Sr. James Peck, un artista plástico descendiente de británicos y nacido en las Islas Malvinas recibió el documento de identidad argentino. Se mudó hace unos años con su pareja al continente luego de que a ella, siendo argentina y estando embarazada, le fuera negada la asistencia médica en las islas.
Es muy importante, señores Representantes, señalar que también tengo la obligación de denunciar ante las Naciones Unidas la actitud criminal de fanáticos que amenazaron de muerte a James si osaba regresar a las Islas Malvinas. Hacemos responsables a las autoridades británicas que ilegalmente ocupan las Islas por la seguridad del ciudadano argentino, Sr. James Peck, si elige ejercer sus derechos de argentino a regresar a las Islas ocupadas.
No debería sorprendernos demasiado que el Reino Unido continuase hasta el presente con su política colonialista en los territorios ocupados a la Argentina, si en la segunda mitad del siglo XX, más específicamente entre fines de la década del 60 y principios de la década del 70, no dudó en arrancar de su territorio a los casi mil ochocientos habitantes originarios chagosianos de la isla Diego García, en el Océano ndico, para satisfacer sus intereses políticos y económicos. Es decir, con una Declaración Universal de Derechos Humanos vigente y el proceso de descolonización en marcha, el Reino Unido no reparó en el principio de libre determinación que con tanta intensidad ahora alega para otro territorio colonial. Además, y a pesar de que la Justicia británica dictaminó la ilegalidad de aquella expulsión, y el derecho de la población a regresar a su territorio, los distintos gobiernos británicos, hasta la fecha, se han negado a cumplir la sentencia de sus propias cortes.
Es por ello que se hace difícil no reconocer en el recurso británico de pretender escudarse en el principio de libre determinación como una excusa para no negociar la Cuestión de las Islas Malvinas, una careta que disfraza verdaderos intereses estratégicos y económicos que, en pleno siglo XXI, responden a los principios rectores de las potencias colonialistas del siglo XIX. Esto se ve claramente reflejado en las ilegales actividades británicas de exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables en los archipiélagos y aguas en disputa; ellas no sólo contradicen el mandato de Naciones Unidas que insta a no introducir innovaciones unilaterales en la zona mientras la disputa se encuentre en proceso de resolución, sino que reedita la política de aprovechamiento y explotación de recursos ajenos que caracterizó el papel que el Reino Unido ha jugado en la política internacional a lo largo de su historia.
Además de resultar una flagrante violación de lo dispuesto por el derecho internacional y un claro desprecio por el mandato de la comunidad internacional, estas actividades británicas suponen una afrenta no sólo para la Argentina, sino también para el resto de los países de la región, lo que ha provocado que el conflicto adquiera una dimensión regional.
Y no tan sólo para nuestra región, por cuanto también otras regiones se han hecho eco de la necesidad de reanudar negociaciones y poner fin a esta depredación de recursos naturales, tal como lo demuestran los pronunciamientos de organismos regionales y bi-regionales.
A ello se agrega el agravio de la creciente presencia militar británica, que ha convertido a las islas Malvinas en una fortaleza, cuyo propósito no resulta claro. Sin duda no es por temor a una supuesta movilización militar de la Argentina, que sin cesar deja claro, incluso en su Constitución Nacional, que la recuperación de los territorios usurpados se debe llevar a cabo mediante los medios pacíficos previstos en la Carta de las Naciones Unidas. La realización de ejercicios militares, que incluyeron el disparo de misiles desde las islas Malvinas y que, de acuerdo a lo reconocido por Londres, se realizan desde hace años, llevó a mi país a plantear ante la Organización Marítima Internacional la violación de las elementales reglas sobre la seguridad de la navegación y la vida en el mar. Esto también constituye un motivo de preocupación para la región.
Señor Presidente:
Hemos escuchado versiones que buscan tergiversar la posición argentina, por lo que deseo dejar en claro tres aspectos importantes:
1. La Argentina no tiene nada en contra de los habitantes de las islas, sino que, por el contrario, y de acuerdo al mandato de las Naciones Unidas, ha plasmado en su propia Constitución el compromiso a tener en cuenta sus intereses y a respetar su modo de vida. Esa posición es permanente y formó parte de las salvaguardias y garantías presentadas por la Argentina y negociadas con el Reino Unido en la década del 70. Desde entonces, la Argentina siempre se manifestó dispuesta a actualizar esas salvaguardias y garantías, y sólo obtuvo como respuesta la renuencia británica.
2. La Argentina siempre ha sido y sigue siendo firme defensora, en todos los foros, del derecho a la libre determinación de los pueblos, en todos aquellos casos en que tal derecho sea aplicable. Pero en el caso de la Cuestión Malvinas, las propias Naciones Unidas han determinado la no aplicabilidad de dicho principio. Ello en virtud de que en las islas del Atlántico Sur usurpadas a la Argentina no hay una población sometida o subyugada a un poder colonial, sino súbditos británicos, cuya condición no se ha modificado por los años en que han residido allí. Hay, en efecto, una situación colonial, pero no hay un 'pueblo' colonizado. Por tanto, cuando el Reino Unido alega el derecho de libre determinación para esta población británica transplantada, no hace más que reclamar la libre determinación para sí mismo.
3. La Argentina no es contraria a cooperar con el Reino Unido en aspectos prácticos que se derivan de la situación de hecho imperante en el Atlántico Sur, bajo el debido resguardo jurídico y con el objeto de crear el marco propicio para que las dos partes podamos reanudar las negociaciones requeridas por la comunidad internacional. Prueba de ello son los múltiples entendimientos provisorios de cooperación acordados bajo ese espíritu. Desafortunadamente, sin embargo, muchos de ellos han devenido inviables al ser utilizados por el Reino Unido para pretender darle una falsa apariencia de legitimidad a sus actividades unilaterales.
Sr. Presidente:
Las Naciones Unidas han venido reiterando el llamado a negociar a las dos partes en la disputa de soberanía como único modo de resolver la cuestión, desde 1965 hasta el presente. Este mismo Comité retoma este pedido año tras año.
La Argentina no tiene duda acerca de su soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Sin embargo, a fin de cumplir con la obligación de reanudar las negociaciones sobre soberanía, que pesa de igual modo sobre ambas partes en la disputa, el Gobierno argentino ha reiterado, en cada ocasión en la que le fue posible, su permanente voluntad negociadora.
El Reino Unido permanece impertérrito ante los llamamientos de la comunidad internacional. Esta actitud resulta aún más preocupante si tenemos en cuenta que es adoptada por un miembro permanente del Consejo de Seguridad, órgano cuyo propósito principal es la preservación de la paz y la seguridad internacionales. Resulta poco creíble entonces su discurso en favor de la solución pacífica de las controversias, cuando se niega a asumir sus propias obligaciones internacionales.
Es por ello que la Argentina, que da una especial importancia a la diplomacia multilateral, atribuye particular trascendencia al papel que pueda desarrollar el Secretario General en cumplimiento de la misión de buenos oficios que le fue encomendada por la Asamblea General y que ha sido sistemáticamente renovada por esta Organización, con el objetivo de acercar a las partes a la mesa de negociación. Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), mediante una nota dirigida al Secretario General Ban Ki-moon el pasado mes de abril, le han solicitado que renueve sus esfuerzos en ese sentido y que les haga conocer los avances que se produzcan en el cumplimiento de su misión.
Sr. Presidente:
En los 178 años que lleva el conflicto, el Pueblo argentino nunca ha perdido de vista la justicia de su reclamo, fundándose en el respeto a los derechos fundamentales del hombre, los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, la soberanía y la integridad territorial de todas las naciones.
Días atrás, el Primer Ministro británico David Cameron reveló una vez más la matriz colonialista sobre la que aún se asienta parte de la política exterior de Londres, al arrogarse la autoridad para decretar 'fin de la historia' con relación a la disputa de soberanía concerniente a la 'Cuestión de las Islas Malvinas'. No obstante ello, los argentinos insistimos en el llamado a negociaciones pacíficas, porque es la propia historia quien nos enseña que no alcanza con la sola expresión de la voluntad del poderoso para justificar una ocupación territorial nacida de un acto de fuerza, de no ser así, varias de las naciones que hoy integran esté comité serían aún enclaves coloniales.
Aprovecho entonces una vez más este foro internacional, que es precisamente un espacio para contener vocaciones hegemónicas, para extender una formal invitación al Gobierno británico a sentarse con nosotros en una mesa y reanudar, de buena fe, las negociaciones tendientes a solucionar esta disputa de soberanía, a fin de poner fin a una situación colonial incomprensible e inaceptable a esta altura del siglo XXI.
Muchas gracias, señor Presidente."
Misión Permanente Argentina ante Las Naciones Unidas